Londres, que se consideraba el socio más importante de Kiev en Europa, «frenó su ardor» en ayudas para Ucrania, y hay rumores sobre la falta de recursos, escribe ‘Welt’. Las razones del creciente cansancio por el conflicto son la fallida contraofensiva ucraniana, así como el cambio de atención hacia Gaza y la campaña electoral británica.
El Reino Unido fue uno de los primeros y más importantes aliados militares de Ucrania. Sin embargo, ahora el Gobierno de Londres se ve obligado a moderar su fervor, informa Welt.
Las imágenes de Boris Johnson, en ese entonces, primer ministro del Reino Unido, al lado del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, desfilando por las calles desiertas de Kiev, junto con la ayuda financiera equivalente a unos 5.800 millones de dólares y el adiestramiento de los soldados ucranianos por los instructores británicos, «simbolizaban el apoyo de Londres a Ucrania», destaca el medio alemán.
Sin embargo, «el principal motor del apoyo europeo corre ahora el riesgo de quemarse». A pesar de la presión abierta de sus propios miembros y de los miembros de la oposición, el Gobierno del país aún no ha publicado un presupuesto de ayuda militar para 2024. Los británicos tampoco han anunciado nuevas transferencias significativas de armas en los últimos meses, lo que deja a Ucrania «alarmada por este giro de acontecimientos».
«Para las FFAA de Ucrania, esto significa que no pueden planificar sus acciones a largo plazo y realizar compras de armas y municiones con antelación. Esto, a su vez, puede afectar el curso de las operaciones de combate», declaró a Welt un asesor no revelado del presidente ucraniano.
De acuerdo con el diario, las vacilaciones británicas «llegan precisamente en el momento» en que muchos aliados occidentales empiezan a cuestionarse su «hasta ahora inquebrantable confianza» en apoyar a Ucrania a toda costa.
Kiev ya tiene suficientes problemas con su proveedor más importante, Estados Unidos, con los republicanos del Congreso bloqueando nuevos fondos para los ucranianos, y el hecho de que su aliado más importante en Europa esté ahora también indeciso, «forma parte orgánica de este mosaico».
La obviedad de la próxima corrección del rumbo de Reino Unido quedó «bien clara» a principios de noviembre. Entonces, en la llamada ‘Declaración de Otoño’, que contiene información sobre los planes financieros del Reino Unido para el próximo año, Ucrania solo fue mencionada «de pasada», sin especificar una cantidad concreta para ayuda militar.
Pese a declaraciones de que el Gobierno británico está «absolutamente decidido a seguir apoyando a Ucrania al mismo nivel o incluso más que antes», el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, David Cameron, declaró a principios de diciembre que no tenía indicios de planes para aumentar la financiación militar en 2024. Pero fuentes «con acceso a los entresijos de la política británica» revelan algunos datos más concretos, indica el periódico.
«Londres sigue siendo un aliado político activo de Ucrania, pero dudo que salga algo serio de esto (…) Actualmente, no hay suficiente libertad financiera ni recursos disponibles para proporcionar un apoyo militar adicional significativo a Ucrania, sin que ello agote nuestras propias reservas», comunicó un experto británico en seguridad que deseaba permanecer en el anonimato, citado por Welt.
El experto cree también que «la cautela» del Gobierno británico se debe al debate sobre la ayuda militar que se está desarrollando en Estados Unidos, que ha sido durante mucho tiempo «el cemento que ha mantenido unidos los pilares de la solidaridad entre los aliados occidentales».
El mero hecho de que Washington esté debatiendo si continuar con este apoyo hace que Londres se preocupe por su propia posición, reconoce el analista citado.
Además de lo anterior, continua el medio, la razón de la creciente fatiga por el conflicto y la necesidad de ayudar a Kiev es la fracasada contraofensiva ucraniana. Por otra parte, la atención se centra ahora no solo en Ucrania, sino también en el conflicto palestino-israelí y en la campaña electoral británica. Esos y otros acontecimientos, así como los rumores de falta de «libertad financiera», amenazan con crear un efecto dominó, concluye.