«La parálisis política de Estados Unidos está complicando su apoyo a Ucrania»

Así titula ‘The Economist’ un artículo en torno a lo que califican como un «sombrío» futuro para Kiev debido a la creciente falta de respaldo del Congreso de Estados Unidos para la escalada bélica del país europeo.

«Estados Unidos se considera a sí mismo el arsenal de democracia del mundo. Ahora el gran arsenal se está agotando», señala irónicamente el medio británico al comienzo de la nota.

Esta situación, explica el espacio periodístico en su análisis, responde a una combinación de elementos, como el sobreesfuerzo industrial —que ha agotado las reservas de armamento de norteamericanas— y la parálisis política que está amenazando la capacidad de Washington de armar a sus aliados estratégicos, como Ucrania, Israel y Taiwán.

Con respecto a la situación política en la nación norteamericana, vale recordar que la Cámara de Representantes estuvo recientemente casi un mes sin sesionar debido a la ausencia de un titular, tras la destitución del legislador Kevin McCarthy por una revuelta interna.

Además, hay una creciente resistencia entre la bancada republicana de seguir enviando fondos a Kiev y las encuestas reflejan que este sentimiento es cada más prevaleciente también en el electorado.

Si bien el Senado tiene previsto votar este lunes 4 de diciembre un proyecto de ayuda financiera para Israel y Ucrania, The Economist apunta que no está claro que la iniciativa pueda lograr los votos suficientes para ser aprobada igualmente en la Cámara de Representantes, de mayoría republicana.

«Estos problemas políticos ya han tenido consecuencias. Los paquetes de la Autoridad Presidencial de Reducción de Fondos (PDA, por sus siglas en inglés) para Ucrania se han reducido este año», recuerda el editorial.

«Los PDA permiten al Pentágono enviar a los aliados armas del arsenal de Estados Unidos que posteriormente se reponen. Pero, dada la falta de nuevos fondos por parte del Congreso, los altos mandos estadounidenses pueden mostrarse reacios a donar más de lo que se les permite recomprar. El Pentágono dice que le quedan unos 5.000 millones de dólares en la cuenta PDA y solo 1.000 millones para reponerla», añade.

«Los paquetes PDA representan 25.000 millones de dólares de los 44.000 millones de dólares en ayuda militar suministrada por Estados Unidos a Ucrania. Las retiradas alcanzaron un máximo de más de 5.000 millones de dólares en enero, cuando Estados Unidos estaba armando a Ucrania para la contraofensiva de verano. Los últimos paquetes PDA fueron de 350 millones de dólares en octubre y de apenas 225 millones de dólares en noviembre. El promedio de tres meses está en su nivel más bajo desde febrero de 2022», analiza The Economist.

En tanto, esta falta de financiación de Estados Unidos a Kiev ya se empieza a sentir en el frente, indica la nota.

Durante el verano, las fuerzas ucranianas dispararon entre 220.000 y 240.000 proyectiles de mayor calibre (de 152 y 155 milímetros) por mes; sin embargo, se espera que el promedio de los próximos meses sea de casi un tercio, 80.000-90.000 proyectiles por mes, de acuerdo al cálculo del analista Michael Kofman, del centro de estudios Carnegie Endowment for International Peace.

Debido a esta situación, afirma The Economist, Rusia está superando a Occidente en proyectiles de artillería y a Ucrania solo le queda atrincherarse para defenderse.

«La cuestión no es si [Ucrania] podrá montar nuevas ofensivas de gran envergadura, sino si podrá mantener sus líneas actuales», asegura el medio británico.

El artículo agrega que los partidarios de Kiev en Washington creen que si la asistencia no se aprueba este mes, será «imposible» que pase en el 2024, ya que se trata de un año electoral, donde los políticos deberán enfocar sus energías —y presupuestos— a las cuestiones locales que preocupan a los votantes.

«Los europeos, por otra parte, han aumentado tardíamente sus contribuciones a Ucrania y (…) no cumplirán su promesa de suministrar un millón de proyectiles para marzo. Existen crecientes dudas sobre su capacidad para cumplir los compromisos de ayuda financiera», agrega la nota, señalando que las opciones de asistencia para Kiev comienzan a reducirse dramáticamente.

«Ucrania ya se enfrentaba a un 2024 sombrío. Se vuelve más sombrío con cada semana de parálisis estadounidense», concluye The Economist.

 

 

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