Palestinos liberados denuncian golpizas y torturas en Israel

Ramala, 29 nov (Prensa Latina) Las cárceles israelíes se convirtieron en cementerios desde el inicio del nuevo ciclo de violencia, el 7 de octubre, denunció hoy tras su liberación el palestino Mohammed Nazzal, quien todavía lleva las manos vendadas por una reciente paliza.

Los miembros del Servicio Penitenciario de Israel (IPS) ingresan constantemente a las celdas y golpean a los presos, describió a la televisora Al Jazeera el joven, quien pasó tres meses encerrado y fue excarcelado el lunes como parte de un acuerdo de intercambio entre ese país y la milicia Hamas.

Hace una semana entraron a la sección donde yo estaba y nos empezaron a golpear con palos, me puse las manos en la cabeza para evitar los golpes, lo que provocó daños en mis extremidades, narró.

Desde entonces no recibí tratamiento hasta mi liberación el lunes en la noche, incluso en la prisión de Ofer, donde nos llevaron como parte del proceso de intercambio, fui golpeado, subrayó.

Nazzal reveló que el IPS disminuyó las raciones de alimentos que reciben los presos desde el comienzo del conflicto.

Sufrimos frío porque nos quitaron las mantas y parte de nuestra ropa, señaló el muchacho, quien destacó que también les impedían bañarse y se burlaban de ellos constantemente.

Estuve detenido durante casi un año, pero lo que sucedió desde el 7 de octubre no lo vi antes, coincidió Jawad Kamil, de 17 años, otro de los jóvenes liberados.

Las fuerzas represivas entran a las secciones de los prisioneros y comienzan a golpearlos; el objetivo es matarlos, indicó.

Kamil reveló que compartió celda con 13 palestinos, y que todos ellos recibieron palizas.

“Nos golpearon fuerte y luego nos negaron cualquier tratamiento médico, uno de nuestros camaradas, de 17 años, fue golpeado tan duro en la cabeza que perdió el conocimiento, luego lo llevaron a la sala de aislamiento y hasta este momento desconozco su situación”, expresó.

Algunos presos llevaban 50 días sin bañarse, e incluso los que lograron darse una ducha tenían miedo de que las unidades de represión entraran y empezaran a aporrearlos mientras estaban en los baños, denunció.

 

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