Economist: Rusia hace valer en Ucrania su superioridad en la guerra electrónica

Las armas guiadas de fabricación occidental fallan con frecuencia en sus objetivos, al punto de que las pérdidas de drones por parte de Ucrania llegan en ocasiones a más de 2.000 por semana, detalla el medio.

La superioridad rusa en la guerra electrónica empieza a resaltar en primer plano en los campos de batalla del conflicto ucraniano, y es probable que Occidente no pueda hacer mucho para ayudar a Kiev en ese sentido, reporta The Economist.

El caso es que la mayor parte de la atención occidental se ha dedicado a equipos bélicos como tanques, artillería, sistemas antiaéreos, misiles, cazas y municiones, tras lo cual subyace «una debilidad menos difundida» en cuanto a la lucha electrónica, tema hacia el que los aliados de Ucrania han «mostrado poco interés», señala el medio.

Así, mientas la industria de defensa de Rusia lleva años dedicando una enorme atención al desarrollo y producción de una amplia gama de equipos para «hacer frente a los altamente interconectados sistemas de la OTAN», las Fuerzas Armadas de Ucrania empezaron el conflicto  básicamente con tecnologías de la era soviética en ese ámbito, según reconoce su comandante en jefe, Valeri Zaluzhny.

La diferencia entre los bandos a ese respecto, que inicialmente tenía un efecto limitado, llegó a adquirir dimensiones enormes con la estabilización relativa de la línea del frente, lo que permitió a Rusia desplegar sus «formidables» equipos de lucha electrónica, se indica en el artículo.

Entre tanto, Ucrania descubrió ya en marzo que los Excalibur, proyectiles de fabricación estadounidense y guiados por GPS, empezaban  a desviarse de sus objetivos por efecto de las contramedidas electrónicas rusas. Algo semejante llegó a pasar con las bombas guiadas JDAM y los proyectiles guiados GMLRS de lanzamisiles HIMARS.

«Aún más preocupante ha sido la creciente capacidad de la lucha electrónica rusa para contrarrestar la multitud de vehículos aéreos no tripulados baratos que Ucrania ha estado utilizando para todo, desde el reconocimiento del campo de batalla y las comunicaciones hasta la explosión por impacto contra objetivos como tanques o nodos de mando», resalta el medio.

Las pérdidas en ese campo, debido a la perturbación de los sistemas de guiado o la obstrucción de los enlaces de radiocontrol con los operadores, han sobrepasado en ocasiones los 2.000 drones por semana.

Entre tanto, «no son todavía opciones viables» ni las medidas de protección contra interferencias ni la incorporación de inteligencia artificial para posibilitar vuelos sin conexión en directo con el operador.

Frente a esto, Rusia sigue llenando el cielo con drones de desarrollo propio. Así, en la zona de Artiómovsk (Bajmut), Rusia ha desplegado el doble de la cantidad de drones de ataque que Ucrania, según estimaciones de militares ucranianos.

«Burbuja de ondas de radio»

Rusia ha ido innovando en materia de contramedidas electrónicas a medida que avanza la guerra. En ese orden, fabrica armas electrónicas más pequeñas y móviles, como rifles antidrones y minúsculos inhibidores que forman una «burbuja de ondas de radio alrededor de las trincheras»escribe por su parte The New York Times.

«Los rusos han sido más ágiles en sus respuestas de lo que habríamos esperado por su comportamiento en tierra», cita el medio a James Lewis, exfuncionario estadounidense y colaborador en tecnología y seguridad para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. «Eso debería ser preocupante para la OTAN«, dice.

Los aportes de Occidente para lidiar con este tipo de sistemas podrían ayudar a las fuerzas ucranianas, pero en el caso de EE.UU. es poco probable que la actual situación cambie, ya que las tecnologías de lucha electrónica están sujetas a un régimen de control de exportaciones estrictamente controlado por el Departamento de Estado, señala Seth Jones, experto del mencionado centro, citado por The Economist.

Nico Lange, experto de la Conferencia de Seguridad de Múnich, indica por su parte que la transferencia de tecnologías en ese ámbito podría revelar información sensible sobre los métodos y algoritmos empleados en sistemas estadounidenses, lo que eventualmente podría acabar en manos de China.

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