Después de múltiples traspasos de titularidad, el combustible ruso se vende a una refinería griega que abastece al Ejército de EEUU, afirma ‘The Washington Post’. Esto se produce en el contexto del anunciado veto de Occidente al suministro de petróleo procedente de Rusia para impedir que Moscú lleve a cabo su operación militar especial en Ucrania.
Los productos petrolíferos rusos seguían llegando a la refinería Motor Oil Hellas, situada en el mar Egeo, en Grecia, escribió el diario estadounidense. Simplemente, «tomaron una nueva ruta«, cientos de kilómetros fuera de la vía habitual, a través de un depósito de petróleo en Turquía (Dortyol), cambiando de propietario varias veces antes de llegar a Grecia, asegura el medio.
En virtud de las sanciones, Motor Oil Hellas y otros compradores occidentales no pueden importar productos petrolíferos rusos. El Ejército estadounidense recibe productos de esa refinería a través de petroleros Overseas Sun Coast, Stena Polaris y Valtellina que depositan el combustible en lugares como la base naval de Rota (España), donde se encuentran varios buques de guerra de EEUU, en una base de la Fuerza Aérea, Lajes Field, situada en las islas Azores, y la base Souda de la OTAN, en la isla griega de Creta.
De acuerdo con el periódico, desde que las sanciones de la Unión Europea contra el sector petrolero ruso entraron en vigor, Dortyol recibió 2,7 millones de barriles del crudo ruso. También, durante este periodo, Dortyol exportó siete millones de barriles de fuelóleo en total, de los cuales 4,2 millones de barriles se destinaron a Motor Oil Hellas.
Mientras tanto, desde que entrara en vigor la prohibición estadounidense en marzo de 2022, el Pentágono firmó nuevos contratos con la refinería griega por valor de casi 1.000 millones de dólares, según muestran los datos de contratación federal de EEUU, aportadas por el medio de comunicación.
Además, según la información de The Washington Post, más de un millón de barriles de combustible de Motor Oil Hellas para aviones se destinaron a compradores gubernamentales y corporativos de Italia, Francia, España y el Reino Unido.
El medio estadounidense no pudo determinar la cantidad exacta de fuelóleo de origen ruso en los productos que compra el Pentágono, ya que el ente militar de EEUU «no dispone de medios suficientes para vigilar a los proveedores».
Por su parte, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que administra y aplica las sanciones económicas, también declinó contestar a «preguntas concretas» sobre el origen de los productos que el Gobierno estadounidense compra a Motor Oil Hellas, manifestó The Washington Post.
A su vez, Motor Oil Hellas «no respondió a preguntas concretas sobre la naturaleza de los productos petrolíferos» mientras que los funcionarios del Estado turco y representantes de la Turkish Petroleum Corporation, que se hizo cargo de varios de los envíos de fuelóleo a Dortyol, «tampoco contestaron a las preguntas sobre el origen del combustible», lamentó el diario.
A pesar de las advertencias por parte de EEUU y de la UE, Turquía se ha dado a conocer como un lugar donde «no están tratando de detener el flujo [de combustibles rusos]», según palabras del experto financiero George Voloshin, citado por el medio.
«Es un negocio muy rentable que aporta dinero a Turquía, que mantiene buenas relaciones con Rusia. No tienen ningún interés [para cesar el negocio]», precisó.
El combustible para reactores y el gasóleo naval de esa refinería griega circulan por Europa y otros países en un momento en que los dirigentes occidentales «están cada vez más preocupados» por la eficacia de las sanciones contra Rusia y el tope de precios, destacó el periódico.
«Si Rusia, a pesar de las restricciones, es capaz de suministrar petróleo por encima del precio máximo y venderlo a los países que han impuesto sanciones, ¿la amenaza de tales sanciones disuadirá a otros Estados? La respuesta es obvia: no», comentó al diario Oleksandr Novikov, el jefe de la Agencia Nacional de Prevención de la Corrupción de Ucrania.
Turquía no es el único país que facilita la venta de combustibles rusos. Las refinerías indias están sedientas de petróleo ruso desde que Estados Unidos y la UE impusieran la limitación de precios. El Gobierno de la India logró conseguir un lucrativo negocio con el crudo ruso, que representa ahora el 40% del petróleo que entra en el país, donde se refina y a menudo puede exportarse a otros lugares.
«En teoría, las sanciones se diseñaron para permitir el flujo continuo de ese petróleo, siempre y cuando Rusia se vea obligada a venderlo con un gran descuento. Sin embargo, la imposibilidad de hacer que se cumplan las sanciones permite a Rusia vender su petróleo a un precio muy superior al que exigen las restricciones», concluyó The Washington Post.