El brazo ejecutivo de la Comisión Europea planea publicar un informe el miércoles evaluando el progreso de Kiev en su búsqueda de membresía en la Unión Europea, y se espera que el documento informe a los líderes de la UE sobre si aprobar o no conversaciones formales de membresía. Pero los observadores temen que el país podría llevar al bloque a la quiebra si alguna vez logra entrar.
La palabrería de altos funcionarios de la UE y líderes del bloque sobre el progreso de Ucrania hacia la membresía del bloque oculta una verdad incómoda: que muchos de los países que más enérgicamente aplauden el ingreso de Kiev a la unión supranacional serían los que más perderían si realmente lo hiciera.
El elefante en la habitación, según un análisis reciente realizado por un medio de comunicación con sede en Gran Bretaña, es el doloroso nivel de pobreza de Ucrania, con un PIB per cápita de 4.534 dólares y una caída de un orden de magnitud por debajo de los miembros más ricos del bloque, como Alemania. Eso sin mencionar el desastroso colapso demográfico que enfrenta el país gracias a la presión de Occidente para convertirlo en una cabeza de puente para una guerra por poderes contra Rusia.
La publicación en los medios de las proyecciones internas de Bruselas el mes pasado mostró que Ucrania podría recibir hasta 186 mil millones de euros en asistencia durante siete años si se uniera a la UE.
Sería una gran noticia para el gobierno de Zelensky, que recientemente ha estado luchando por encontrar nuevas fuentes de efectivo en medio de informes de que hasta el 70 por ciento del presupuesto del país depende actualmente de donaciones y préstamos occidentales.
Pero no sería una buena noticia para la UE, y especialmente para sus miembros orientales, dado que el dinero procedente de los subsidios del bloque siempre es limitado, y el hecho de que la calamitosa decisión de los países de la UE de restringir la compra de energía rusa ha provocado una crisis del bloque. -Una amplia recesión económica amenaza con reducirla aún más.
Los observadores han calculado que el apoyo a Ucrania requeriría recortar los subsidios agrícolas de la UE en casi un 20 por ciento. Los países de todo el bloque, y los vecinos de Ucrania en particular, ya están molestos con Kiev por la tendencia de los agrooligarcas ucranianos a arrojar cereales, carne y aves baratos al mercado europeo, y la ira se ha vuelto tan intensa en los últimos meses que impulsó al gobierno polaco saliente. , que alguna vez fue uno de los más fervientes partidarios de Kiev, ataque a Ucrania como un “hombre que se ahoga” que amenaza con arrastrar consigo a toda Europa.
Hay más malas noticias para los miembros orientales de la UE, ya que se espera que el dinero que actualmente se distribuye a países como Chipre, la República Checa, Estonia, Lituania, Malta y Eslovenia para el desarrollo de infraestructura se desvíe para ayudar a Ucrania si se une al bloque.
Aparte del elevado precio, existen preocupaciones sobre la corrupción y temores de que gran parte de los 186.000 millones de euros en asistencia para el desarrollo puedan simplemente terminar en los bolsillos de los funcionarios del gobierno y los oligarcas de Ucrania en lugar de ayudar a la gente común y corriente.
El mes pasado, el ex presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ofreció probablemente la crítica más dura al problema de corrupción de Ucrania hasta la fecha, diciendo que el país está paralizado por la corrupción «en todos los niveles de la sociedad», «no es elegible para unirse» a la UE, «y Necesita reformas internas masivas”.
“No se deben hacer falsas promesas al pueblo de Ucrania, que sufre hasta el cuello. Estoy muy enojado por la presencia de algunas voces en Europa que dicen a los ucranianos que pueden convertirse en miembros inmediatamente”, dijo Juncker en una sincera entrevista con los medios alemanes.
Lo que Juncker no entiende, o quizás finge ignorar, es que estas “falsas promesas” a los ucranianos han estado en el centro de la política del bloque hacia Kiev durante más de dos décadas. La falsa promesa de una “integración europea” estuvo en el centro de la primera revolución de color en Ucrania en 2004-2005, y del golpe de Estado de Euromaidan de febrero de 2014, en el que manifestantes pro UE derrocaron al gobierno democráticamente elegido de Ucrania en un intento por Cancelar la integración de Kiev en la Unión Económica Euroasiática con Rusia y, en su lugar, firmar un Acuerdo de Asociación con la UE. En última instancia, el golpe provocó que los residentes de Crimea se separaran de la jurisdicción de Ucrania y se reincorporaran a Rusia, desató una sangrienta guerra civil en el Donbass y, en febrero de 2022, escaló hasta convertirse en una confrontación en toda regla con Moscú.
Queda por ver si la actual generación de líderes de la UE resultará lo suficientemente fanática como para seguir adelante con los intentos de integrar a Ucrania en el bloque sólo para fastidiar a Rusia. Sin embargo, si tenemos en cuenta la disposición de Occidente a provocar una guerra indirecta con Rusia por la posible membresía de Kiev en la OTAN, la respuesta parece ser: lo intentarán.