Pekín alerta de que las armas genéticas pueden tener consecuencias «devastadoras», pero que pese a ello ciertos países «han convertido tecnología genética en armas mortíferas».
El Ministerio de Seguridad del Estado de China ha advertido este lunes mediante su cuenta en WeChat sobre el peligro que suponen las armas genéticas, exponiendo el caso de una ONG extranjera que habría reclutado a «voluntarios» chinos con el fin de «realizar investigaciones sobre especies biológicas y recopilar datos e información» sobre su distribución «en varios lugares y exigir a los participantes someterse a un examen especial».
El organismo hizo hincapié en que la ONG no solo tenía vínculos con el Gobierno de «un determinado país», sino que también transmitía continuamente la información obtenida al extranjero, hecho que representa una amenaza potencial para «la bioseguridad y la seguridad ecológica de China».
La publicación señala que, en comparación con las armas biológicas y químicas tradicionales, las armas genéticas «son más ocultables, engañosas, fáciles de propagar y dañinas a largo plazo». Al mismo tiempo, son «difíciles de prevenir» y pueden tener consecuencias «devastadoras«, pero a pesar de ello «algunos países han convertido la tecnología genética en armas mortíferas«, aseveró el ministerio.
El organismo resalta que casi el 99,9 % del ADN humano es idéntico, pero que las pocas diferencias que presenta «son la clave para distinguir varias razas«. «Si hay una cantidad suficiente de muestras genéticas humanas, los científicos pueden analizar y comprender las características genéticas únicas de cada nación y raza», explica el ministerio.
«Si las utilizan individuos u organizaciones con motivos ocultos, las armas genéticas pueden incluso desarrollarse para matar objetivos de una raza predeterminada, atacando así selectivamente objetivos con genes raciales específicos», dijeron los especialistas.
El ministerio aseveró que «mantener la bioseguridad es responsabilidad común de toda la sociedad». «Todos deben establecer un sentido de bioseguridad, aprender de las experiencias y […] proteger sus propias vidas», concluye.