Imágenes de satélites espía de la Guerra Fría revelan cientos de fuertes romanos desconocidos

Los investigadores han cuestionado la hipótesis planteada por el explorador francés Antoine Poidebard sobre el propósito militar de estas fortificaciones.

Investigadores de Darmouth College de EE.UU. afirman haber descubierto 396 fortalezas romanas desconocidas en Siria e Irak, tras estudiar imágenes obtenidas desde satélites espía de la época de la Guerra Fría. En un artículo, publicado el jueves en la revista académica Antiquity, los expertos afirman que el descubrimiento podría dar un vuelco a nuestra comprensión de la vida en la frontera romana.

El estudio anterior de la región fue presentado en 1934 por el explorador jesuita francés Antoine Poidebard, que estudió la arqueología de Oriente Medio desde el aire con su biplano, y registró una línea de 116 fuertes.

Tras estudiar las fotografías aéreas e investigar la mayoría de las instalaciones sobre el terreno, Poidebard propuso la teoría de que los fuertes han sido construidos como murallas, con el fin de proteger a la provincia oriental del Imperio Romano de las invasiones árabes y persas. Sin embargo, el nuevo estudio, realizado con imágenes desclasificadas de los satélites espía Corona y Hexagon, han revelado que existen muchas más fortificaciones y que abarcan una región más extensa.

¿Un muro o una ruta?

El nuevo descubrimiento, según los científicos, pone en duda la teoría de Poidebard, según la cual las estructuras fueron construidas como un «muro defensivo». La amplia gama de 396 nuevos sitios ocultos por el desarrollo moderno respalda la hipótesis alternativa de que tales fuertes sustentaban un sistema de comercio interregional, transporte militar y facilitaban las comunicaciones basadas en caravanas.

Los investigadores sugieren que las fortificaciones fueron construidas para proporcionar un «paso seguro a través del paisaje«, ofreciendo agua a los camellos y al ganado, y a los viajeros cansados ​​un lugar para comer, beber y dormir.

Satélites espías

Las imágenes desclasificadas forman parte de los primeros programas de satélites espías, realizados durante una época de tensión geopolítica entre EE.UU. y la Unión Soviética y sus aliados, los bloques occidental y oriental. Las imágenes de los satélites Corona y Hexagon se recopilaron entre 1960 y 1972, y entre 1970 y 1986 respectivamente.

Además, el estudio revela que las fotografías «preservan imágenes de alta resolución de un paisaje que ha sido severamente impactado por los cambios modernos en el uso de la tierra», lo que a su vez señaló el valor real de las imágenes satelitales para registrar sitios arqueológicos.

«A partir de las imágenes de Corona, pudimos identificar con seguridad restos arquitectónicos supervivientes en 38 de los 116 fuertes de Poidebard. Sin embargo, estos sitios reubicados representan una muestra de la apariencia esperada de tales fuertes y, por lo tanto, nos ayudan enormemente a identificar características similares en otros sitios», afirma el estudio.

Los investigadores señalaron que a medida que se desclasifican más imágenes, como las del satélite Hexagon, el avión espía U2 y otras, se podrían obtener más datos que tienen «un tremendo potencial para futuros descubrimientos en el Medio Oriente y más allá».

 

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