Ramala, 23 oct (Prensa Latina) Los recursos esenciales como agua, alimentos y medicinas son críticamente escasos en la Franja de Gaza, alertó hoy la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
En su último reporte sobre la situación en el territorio, la agencia destacó que el apagón total dura ya 12 días, tras la decisión de Israel de interrumpir el suministro de electricidad y combustible.
Más de 1,4 millones de palestinos huyeron de sus hogares en los últimos 17 días para escapar de los bombardeos israelíes, incluidos 580 mil que se desplazaron a instalaciones de la Oficina de Información de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, subrayó.
Más de 100 mil buscaron protección en hospitales, iglesias y otros edificios públicos, resaltó.
OCHA destacó que “en muchos centros de acogida se alojan hasta 70 personas en un aula”.
El hacinamiento y la escasez de suministros básicos desencadenó tensiones entre los desplazados internos, además de denuncias de violencia de género, advirtió el organismo.
Sobre el tema, subrayó que “más del 15 por ciento de los desplazados tienen discapacidades, pero la mayoría de los refugios no están adecuadamente equipados para sus necesidades”.
También señaló que en Israel cientos de miles de ciudadanos, tanto en las zonas fronterizas con Gaza como con el Líbano, abandonaron sus hogares para huir de los efectos del conflicto.
La Oficina denunció la grave situación en los centros de salud del enclave costero debido a la agresión y al bloqueo israelí.
El hospital Shifa, el más grande de la Franja, ofrece servicios en la actualidad a unos cinco mil pacientes diarios, muy por encima de su capacidad de 700, mientras el Hospital Al Quds, también en la ciudad de Gaza, alberga a más de 400 pacientes y unos 12 mil desplazados, indicó.
Esas instalaciones están al borde del colapso por la escasez de electricidad, medicamentos, equipos y personal especializado, recalcó.
OCHA apuntó que las tres plantas desalinizadoras de agua de mar, que antes de las hostilidades producían siete por ciento del suministro total, actualmente no están operativas, mientras que sólo unas pocas fuentes subterránea funcionan a niveles reducidos.