De acuerdo con un informe del organismo, las Fuerzas de Defensa de Eritrea y miembros de la milicia de la región de Amhara están detrás de la mayoría de los casos de agresión sexual.
A pesar de la firma del acuerdo de cese de hostilidades el año pasado en Etiopía, se siguen cometiendo crímenes militares y contra la humanidad, señala un reporte de la Comisión Internacional de Derechos Humanos de la ONU publicado este lunes. El texto indica que desde el comienzo del enfrentamiento en Tigray (en el norte del país) la cifra de supervivientes de violencia sexual ha superado las 10.000 personas, entre ellas principalmente mujeres y niñas.
De acuerdo con la Comisión, la mayoría de los casos de abuso sexual fueron perpetrados por parte de las Fuerzas de Defensa de Eritrea y miembros de la milicia de la región de Amhara. Entre otras violaciones de derechos humanos registradas en la región rebelde figuran asesinatos en masa, desplazamiento forzoso, destrucción de escuelas e instalaciones médicas, detenciones arbitrarias a gran escala e inanición.
«No podemos exagerar la gravedad de las violaciones perpetradas en Etiopía por todas las partes durante el reciente conflicto», declaró la comisionada Radhika Coomaraswamy. «La presencia continua de tropas eritreas en Etiopía es una clara señal no solo de una arraigada política de impunidad, sino también del continuo apoyo y tolerancia de tales violaciones por parte del Gobierno federal», agregó.
Asimismo, los expertos hicieron hincapié en una tendencia al aumento de la militarización del país a través de la introducción del estado de emergencia y la creación de puestos de mando militarizados sin supervisión civil, que también están implicados en los delitos.
Anteriormente, un informe de Amnistía Internacional reveló que las tropas eritreas llevaron a cabo «crímenes de guerra y posibles crímenes contra la humanidad» en Tigray. El enfrentamiento armado entre el Frente de Liberación Popular de Tigray y el Gobierno de Etiopía empezó en noviembre de 2020. Las milicias de otras regiones del país y el Ejército eritreo apoyaron a las fuerzas gubernamentales.