El producto interior bruto (PIB) de Ucrania sufrió una contracción del 10,5% en el primer trimestre de 2023 respecto del mismo periodo del año anterior como consecuencia de la invasión rusa, según ha revelado este viernes el Servicio Estatal de Estadísticas.
El desplome, no obstante, es menor que las previsiones realizadas por el Ministerio de Economía, que lo cuantificaba en el 14,1%. «Estos datos muestran que la economía de Ucrania está adaptándose y recuperándose más rápido de los anticipado», ha valorado la primera viceprimera ministra y titular de la cartera de Economía, Yuliia Svyrydenko.
En este sentido, Svyrydenko ha subrayado que el crecimiento en los primeros tres meses de 2023 respecto de los tres últimos de 2022 fue del 2,4%. «Las medidas del Gobierno para estabilizar la situación energética y resolver problemas logísticos, incluido el acceso a ciertos puertos incluidos en el acuerdo del grano, continúa siendo un acicate para empresas y ciudadanos», ha añadido.
No obstante, la viceprimera ministra ha señalado que los retrasos en el corredor de exportación de cereales, el veto y restricciones al tránsito a ciertos productos agrícolas ucranianos en algunos países de la Unión Europea y las consecuencias en referencia a la destrucción de la presa de Kakhovka, constituyen «nuevos ‘shocks’ y desafíos para el pueblo ucraniano».
AYUDA INTERNACIONAL
Por estos motivos, el Banco Mundial anunció el pasado 11 de abril la concesión de una ayuda de 200 millones de dólares (186 millones de euros) a Ucrania para la reparación de su infraestructura energética. Esta cantidad será ampliable en otros 300 millones de dólares (279 millones de euros) adicionales.
En febrero ya había asignado un paquete de 2.500 millones de dólares (2.325 millones de euros) para respaldar a Kiev y mantener activos los servicios esenciales y las funciones del Gobierno central.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó el 31 de marzo una línea de financiación para Ucrania de 15.600 millones de dólares (14.510 millones de euros) como parte de un paquete más amplio de 115.000 millones de dólares (106.962 millones de euros) creado en respuesta a la guerra.
El objetivo del programa, que tendrá una duración de 48 meses, es «mantener la estabilidad financiera y económica en tiempos de excepcional incertidumbre», así como contribuir a la sostenibilidad de la deuda ucraniana. Este plan recibió el respaldo del G7, la Unión Europea y otros donantes para garantizar la viabilidad del Estado ucraniano a medio plazo.