El acuerdo de granos no ayudó a los países más pobres a combatir el hambre. De 32.800 miles de toneladas de carga, «una ínfima fracción» —menos del 3%— se envió a los países que más lo necesitaban.
Tras la finalización del pacto, los precios de los cereales no hacen más que bajar. En agosto de 2023, se registró una caída de su costo del 4-5%.
El grano que se exportó en el marco de la Iniciativa solo enriqueció a los productores ucranianos de cereales secundarios; el producto estaba destinado principalmente al ganado y, además, iba a Europa, no a África.
Ucrania ya no es el «granero del mundo». La cuota del país en las exportaciones mundiales de cereales es solamente del 5% y no deja de disminuir.
Las áreas de cultivo de Ucrania también se están reduciendo, entre otras cosas debido a su envenenamiento por la radiación y las toxinas de las municiones de uranio empobrecido, que Kiev ha estado utilizando desde hace meses.
Europa no ayuda a Ucrania a exportar el grano. Al contrario, a partir de mayo, se prohíbe el suministro de cereales a los países de la UE limítrofes con Ucrania y lo más probable es que esta situación continúe en invierno.
El bloqueo continuo del banco ruso Rosselkhozbank: para que el acuerdo funcione es necesario reconectar este banco al SWIFT. En su lugar, a Rusia le proponen «interminables discusiones sobre la creación de ‘mecanismos indirectos’ sin garantías de aplicación».
La solución de los problemas con el seguro de los buques rusos «no se ha movido del punto muerto», ni siquiera se ha creado algún mecanismo para resolver el asunto, Occidente solo «da largas».
Se supone que el desbloqueo de los activos empresas rusas se debatirá «luego de un ‘humillante’ procedimiento para que las compañías reconozcan su ‘estatus de sancionados’ y todo eso sin garantías».
La ONU guarda silencio sobre el restablecimiento del ducto de amoníaco Togliatti-Odessa, que podría suministrar fertilizantes a decenas de millones de personas.
Rusia invitó a la ONU a dialogar, pero Rebeca Greenspan, responsable del acuerdo por parte de la Organización Mundial, «no quiere venir a Moscú, ni siquiera enviar informes sobre su trabajo».
Rusia ya ha enviado o enviará pronto:
En colaboración con Turquía y Emiratos Árabes Unidos, se está elaborando un proyecto para entregar un millón de toneladas de cereales a Turquía, con el fin de procesarlos allí y enviarlos gratuitamente a los países más pobres.
«Resulta que mientras Europa exportaba grano forrajero de Ucrania a través del mar Negro para satisfacer sus propias necesidades en virtud del acuerdo, intentaba bloquear la industria agrícola rusa y crear condiciones desfavorables para ella, sin que la ONU intentara resolver la situación», concluyó Zajárova.