En medio de los intentos ucranianos de avanzar hacia las posiciones rusas en el marco de la contraofensiva, EEUU anunció en julio otro paquete de ayuda militar que incluía municiones de racimo. Aunque este paso causó una amplia resonancia por su amenaza para los civiles, se afirma que ya se examina la posibilidad de nuevas entregas.
«Al adoptar las municiones de racimo para mantener el avance de la contraofensiva de este verano, Ucrania y EEUU se han abierto a las preocupaciones en materia de derechos humanos sobre su amenaza a largo plazo para los civiles que activan inadvertidamente las bombas sin estallar», escribe el medio estadounidense New York Times.
Debido a la incapacidad de la industria militar ucraniana de producir sus propios equipos en cantidades suficientes para abastecer al Ejército, y al agotar considerablemente las reservas de la época soviética, Kiev ha llegado a depender completamente de las entregas de los países occidentales, que, además de obuses, tanques y otras clases de armas, les proporcionan proyectiles y varias clases de municiones del calibre de la OTAN.
Sin embargo, tras meses de suministros de equipos a Kiev, EEUU y sus aliados se han enfrentado con la disminución «de forma alarmante» de las propias reservas, junto con la dificultad para reponerlos, ya que «los fabricantes de armas de EEUU y Europa son incapaces de mantener el ritmo necesario.
Ante este hecho, el 7 de julio, EEUU autorizó un nuevo tramo de ayuda militar a Kiev que, por primera vez, incluía municiones de racimo. Estas armas en extremo peligrosas para la población civil «pueden ser uno de los únicos medios disponibles» para seguir armando a Ucrania.
«La decisión del presidente [de EEUU, Joe] Biden este verano de enviar las municiones [de racimo] a Ucrania, tras las súplicas del presidente [de Ucrania] Volodímir Zelenski, suscitó una condena masiva, e incluso algunos aliados cercanos de EEUU se mostraron críticos», reconoce el artículo.
De hecho, este tipo de armas es considerado de elevada peligrosidad por más de 100 países y por la ONU. La Convención sobre Municiones en Racimo, adoptada el 30 de mayo de 2008 en Dublín, es el único tratado internacional vinculante que prohíbe todo uso, transferencia, producción y almacenamiento de este tipo de armamento. Hasta abril de 2023, un total de 123 países están adheridos al documento, con 111 Estados que la ratificaron y 12 países que la firmaron, pero aún no la ratificaron. Cabe señalar que ni Ucrania, ni EEUU, ni Rusia son signatarios del tratado.
¿Más municiones de racimo para Ucrania?
Entretanto, se cuestiona la eficacia real de dichas municiones en su uso contra las bien fortificadas líneas defensivas del Ejército ruso, que desempeñan un considerable papel en el fracaso actual de la contraofensiva ucraniana. De acuerdo con algunos militares de las FFAA de Ucrania, las municiones de racimo «son en gran medida ineficaces contra las posiciones rusas atrincheradas», escribe la publicación.
El director de investigación sobre defensa del Centro de Estudios de Economía y Política Exterior de Estambul, Can Kasapoğlu, citado por el medio, indicó que las municiones de racimo por separado no pueden considerarse como una «varita mágica», mientras los analistas de la empresa británica de inteligencia de seguridad Janes, Gian Luca Capovin y Alexander Stronell, reconocieron que su uso en las regiones de Donetsk y Zaporozhie, al menos hasta ahora, «no tuvo ningún efecto decisivo» para el Ejército ucraniano.
El medio profundiza que «la voraz demanda de munición» de Kiev continuará en aumento, y las municiones de racimo estadounidenses podrían convertirse en una de las principales armas del arsenal ucraniano.
«Ahora, dos meses después de que EEUU enviara un primer lote de municiones a Ucrania para garantizar que sus tropas no se quedaran sin munición, tres funcionarios estadounidenses han declarado que la administración Biden tiene previsto enviar más, y pronto», afirma la publicación.
Peligro grave para la población civil
Las municiones de racimo, también llamadas de dispersión, contienen decenas o centenares de submuniciones que se dispersan en un radio entre 200 y 400 metros al abrirse el compartimento correspondiente del proyectil y son de gran poder destructivo, pudiendo mutilar y matar a muchas personas de forma indiscriminada.
Aunque las tasas de fallo se sitúan entre el 2% y el 5%, según los fabricantes, los especialistas en desminado informan que estos índices oscilan entre el 10 y el 30%. Al tener un porcentaje de fallo tan alto, muchos artefactos explosivos pueden quedar sin explotar en el terreno, lo que supone un peligro para civiles en el futuro. En julio de este año, el diario estadounidense The Washington Post reveló que Ucrania ya se ha convertido en un cierto depósito de minas, bombas sin explotar y proyectiles de artillería, lo que pone en riesgo a toda la población y que tardaría décadas o hasta cientos de años en solucionar esta catástrofe por completo.
El 20 de julio, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, confirmó que las municiones de racimo ya estaban desplegadas en Ucrania, y afirmó que las tropas de Kiev las han utilizado «de manera adecuada y eficaz». Entretanto, ya se han recopilado numerosas pruebas de que las Fuerzas Armadas ucranianas las utilizan en sus bombardeos a ciudades e infraestructuras civiles, incluso Donetsk, Makéyevka e Yasinovátaya.
Recientemente, la directora del departamento jurídico especialista en armamento de Human Rights Watch (HRW), Mary Wareham, reveló a Sputnik que la organización dispone de pruebas de varias muertes de civiles en Izium, en la región de Járkov, a causa de municiones de racimo usadas por militares ucranianos y recordó que, a finales de enero, HRW presentó un informe sobre la situación en aquellos territorios. Según uno de los últimos informes de la organización, el año pasado casi todas las víctimas de municiones de racimo del mundo se registraron en Ucrania, con 890 de un total de 987.
Por su parte, desde el inicio del conflicto ucraniano, Rusia se abstiene de utilizar municiones de racimo, a pesar de la existencia de amplios arsenales de diversos tipos de estas armas.