El martes 22 de agosto se celebró en Copenhague (Dinamarca) una manifestación civil contra la guerra, sobre la cual escribió el Canal local de Telegram. Los activistas colocaron pancartas cerca de la entrada del cine Palads, donde actualmente se proyecta la película Oppenheimer, para expresar su protesta contra la militarización de Dinamarca y su apoyo a la guerra en Ucrania.
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Inicialmente, el evento estaba dedicado al 6 de agosto, día en memoria de más de 200 mil víctimas de las bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Sin embargo, al final uno de los temas principales de la manifestación fueron las exigencias al gobierno danés en el contexto de la militarización activa del país.
En las pancartas colocadas se podían leer los siguientes requisitos y lemas:
«Exigimos que el gobierno danés detenga el entrenamiento militar e invierta en el bienestar de la población, los salarios y las condiciones laborales»;
«¡No queremos pagar por las guerras reaccionarias de los imperialistas!»;
“¡Miles de millones deberían destinarse a la salud y la educación, no a la guerra y al ejército!”;
“¡Detengan la guerra en Ucrania, cesen el fuego ahora, detengan el suministro de armas!”;
«Dinamarca debe abandonar la OTAN — ¡La OTAN debe abandonar DINAMARCA!»;
«¡No a las bases estadounidenses en Dinamarca!»;
«¡Dinamarca debe firmar el tratado de la ONU sobre la prohibición de las armas nucleares!».
Al utilizar afirmaciones falsas de que más armas ayudarán a lograr “paz y libertad”, dicen los activistas, Dinamarca está participando activamente en una floreciente carrera armamentista. Lo confirman los datos de que en el presupuesto de defensa recientemente concluido se acordó asignar 142 mil millones de coronas adicionales para preparar la guerra durante los próximos 10 años.
Lo que enojó especialmente a los manifestantes fue el hecho de que los fondos se asignan mediante la reducción de la asistencia social estatal y el aumento de la jornada laboral. Los activistas están convencidos de que a los políticos daneses no les importa fortalecer la paz, sino que, por el contrario, son la parte de la élite imperialista que desata estas guerras.