Esteban Volkov, quien creció, estudió y se desarrolló profesionalmente en México, es el responsable de la memoria de su abuelo, León Trotski. El químico de profesión falleció la noche del viernes 16 de junio en la capital mexicana a los 97 años.
Como parte de la persecución contra Trotski, quien fue el líder del Ejército Rojo de la Unión Soviética, un joven Volkov de 13 años sufrió su primer intento de asesinato en la Ciudad de México, última parada del largo exilio del revolucionario, durante uno de los varios conatos de homicidio que se perpetraron entonces contra su abuelo.
Luego de que el autor de La revolución permanente fuera efectivamente ejecutado en 1940 en la casa que dispuso para su refugio en Coyoacán el general Lázaro Cárdenas, entonces presidente de México, Esteban Volkov devino custodio del legado de su abuelo, y el recinto se convirtió en el Museo Casa de León Trotski, hoy abierto a la curiosidad e interés de ciudadanos e investigadores.
«Llegué poco después del asesinato», narra Volkov acerca del homicidio de su abuelo, «vi a un hombre en la esquina, detenido por la policía. (Ramón) Mercader fue puesto en prisión por 20 años».
Fue desde su residencia en Coyoacán donde el revolucionario Trotski —quien precisamente elaboró una biografía de su rival político Stalin, hoy publicada por el Fondo de Cultura Económica del Estado mexicano— entabló amistad con el pintor comunista Diego Rivera y su pareja, la también artista plástica Frida Kahlo.
También en México, Trotski conversó con el líder del movimiento surrealista, André Breton, quien visitó la nación latinoamericana y fue convidado a conocer al ruso precisamente por gestión de Rivera.
El exilio de Trotski inició en 1929 y lo llevó a Turquía, Francia y Noruega, antes de encallar en México. En el proceso, su hija, Zinaída Vólkova, sufrió una depresión severa y se indujo la muerte en 1933, recuerda la revista Jacobin en una publicación de 2017, cuando entrevistó a Esteban Volkov.
Esteban, «Seva», quien, nacido en 1926, a la muerte de su madre tenía siete años, ante su orfandad se vio orillado a reunirse con su abuelo en México. En el país latinoamericano adquirió la nacionalidad mexicana y se desarrolló como químico, profesión que le permitió establecer un método para la producción industrial de la píldora anticonceptiva.
El periplo de Trotski desde su enemistad con Stalin, su salida de la Unión Soviética y los sufrimientos que la persecución estalinista en su contra indujo en él y en su familia, incluido el nieto Esteban, es narrado por el novelista cubano en la obra El hombre que amaba a los perros, donde se alude al cariño que tenía el revolucionario por los canes, además de relatar el desarrollo del sicario que lo ejecutó, el catalán Ramón Mercader.
La publicación Izquierda Revolucionaria dedicó un obituario al nieto de Trotski tras darse a conocer su deceso.
«Los compañeros y compañeras de Izquierda Revolucionaria tuvimos la enorme suerte de compartir numerosos momentos con Esteban Volkov, tanto en reuniones políticas en el Estado español como en México participando en actos públicos en la Casa Museo León Trotski», recordaron desde la publicación.
«También contamos con su apoyo a las ediciones de las obras de Trotski publicadas por la Fundación Federico Engels, muchas de ellas prologadas con sus saludos entusiastas. Cabe destacar la cuidada edición que realizamos de la autobiografía de Trotski, Mi vida, en colaboración con la Casa Museo de León Trotski», abundaron.
En el obituario, además, Izquierda Revolucionaria expresó sus condolencias a familiares y amigos de Volkov, a quien atribuyeron una defensa de la obra de su abuelo y ante «las calumnias del estalinismo y la burguesía. Mantuvo una confianza irreductible en el futuro comunista de la humanidad y fue fraternal con todos los militantes revolucionarios».
«Que la tierra te sea leve, camarada», cerró.