El debate público continuó hoy en Francia entre el Gobierno y su defensa del llamado del presidente Emmanuel Macron a asumir la reforma de la jubilación y los detractores de esa iniciativa, quienes descartan pasar la página.
Casi a diario surge un nuevo capítulo de confrontaciones, atizadas por la ofensiva del mandatario para tratar de convencer a los franceses de que la extensión de la edad de retiro de 62 a 64 años y otros elementos de la ya promulgada reforma son cosas del pasado y de que el país debe mirar hacia otros puntos de su agenda.
La semana anterior, el jefe de Estado visitó localidades en la oriental región de Alsacia y del sureño departamento de Hérault, donde su operación seducción encontró un fuerte rechazo, tanto en manifestaciones como durante sus contactos con habitantes de las comunas recorridas.
Macron repitió su llamado a enfocar los debates en cuestiones como el empleo y la educación, anunció un incremento de salario para los maestros e intercambió criterios con muchas personas, en momentos en los que las encuestas sitúan su popularidad tan baja como a finales del 2018, cuando estalló el Movimiento de los Chalecos Amarillos.
Sin embargo, nada de eso sacó de las portadas de periódicos y noticieros el malestar por la reforma de la jubilación y el reclamo de retirarla.
La víspera, en una entrevista concedida al diario Le Parisien, el presidente reconoció errores y falta de comprensión de cara al polémico proyecto y señaló la importancia de “recomprometerse en el debate público, porque hay algunas cosas que no están claras”.
Sus palabras volvieron a estar acompañadas, al igual que en la intervención televisada de hace una semana, por la defensa de la reforma y el calificativo de “necesaria”, así como por la invitación a trabajar en otras cuestiones, desde el poder adquisitivo hasta la inmigración y el fortalecimiento de las instituciones.
Asediado por las encuestas, las movilizaciones y la postura de sindicatos y partidos opositores de que “mantendrán la lucha”, Macron apostó en su convocatoria a pasar la página a un arma que ya le funcionó en el pasado, y de hecho lo llevó al Palacio del Elíseo en las elecciones de 2017 y 2022: la amenaza de la extrema derecha.
“Marine Le Pen llegará (al poder) si no sabemos cómo responder a los desafíos del país y si instalamos el hábito de la mentira o la negación de la realidad», dijo a propósito de la ventaja que atribuyen por la actual crisis política y social a la líder de la extrema derecha y su rival en los dos últimos balotajes presidenciales.
Para el coordinador de La Francia Insumisa (LFI), Manuel Bompard, el mandatario sigue demostrando su desprecio por sus conciudadanos, al sugerir que no comprendieron bien la reforma.
Él quiere ponerlo como un déficit que comprensión, que no existe, los franceses entendieron bien y no aceptan trabajar dos años de más, subrayó en declaraciones a la cadena CNews.
Bompard mostró expectativas de que el primero de mayo, en las marchas y actividades por el Día Internacional de los Trabajadores, el país dé una respuesta contundente al jefe de Estado, “con la más grande movilización jamás organizada”.
Los sindicatos acordaron concentrar fuerzas de cara a esa jornada, que sería la decimotercera de acciones de calle y huelgas contra la reforma de la jubilación desde el 19 de enero.
También la secretaria general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Sophie Binet, fustigó los propósitos de Macron y denunció “una hipocresía total del Gobierno”.
A menos que se retire la reforma, será muy difícil reencontrar relaciones de confianza, expuso la dirigente, quien adelantó que están en curso los preparativos para un primero de mayo con más de 300 manifestaciones en el territorio nacional.
Por su parte, los ministros del Interior, Gérald Darmanin, y de Transporte, Clemente Beaune, defendieron la gestión del presidente y su cruzada para convencer a las personas.