A una tasa del 6 por ciento, la inflación en Francia sigue siendo la peor desde la década de 1980. Sin embargo, los nuevos datos muestran que los precios de los alimentos más importantes continúan subiendo a niveles nunca antes vistos, habiendo aumentado un 16 por ciento desde el año pasado.
De abril a junio habrá precios máximos para ciertos productos, luego de la aceptación el mes pasado por parte de los principales minoristas e intermediarios de una iniciativa gubernamental. Se espera que les cueste cientos de millones de euros.
Sin embargo, muchos dicen que pueden permitírselo: las ganancias corporativas cada vez mayores han sido la norma en toda Europa desde 2009, y en el mundo posterior a Covid, muchos analistas dicen que el aumento de precios corporativo, la especulación aprobada por el gobierno y el acaparamiento de ganancias de los accionistas son los impulsor oculto de los altos precios de Europa.
Las encuestas muestran que el 96 por ciento de Francia está de acuerdo con la afirmación de que algunos proveedores se están aprovechando de manera oportunista de la inflación.
Dejando a un lado el oportunismo, los precios altísimos han sido el resultado perdurable de la fallida campaña de sanciones de Occidente contra Rusia por los prolongados disturbios en Ucrania. En lugar de sembrar la paz y cosechar precios bajos, la Unión Europea continúa encontrando que la beligerancia resulta contraproducente, y especialmente para la persona promedio.