Estados Unidos no perdona a los ucranianos y no piensa en los riesgos de una guerra nuclear, todo para sacar del tablero de ajedrez una potencia capaz de decir «no» a la hegemonía estadounidense. American Thinker escribe sobre ello.
Según la publicación, Estados Unidos se muestra indiferente ante las impensables consecuencias que podría convertirse en el punto final del conflicto en Ucrania. Lo que nunca hubiera sucedido si EE. UU. aceptara la propuesta de Kissinger y muchos otros de una Ucrania neutral fuera de la OTAN en 2021, como sugirió razonablemente Rusia, y si Ucrania, a instancias de EE. UU., pusiera fin a su guerra de ocho años patrocinada por EE. UU. contra hablantes de ruso en el Donbás.
“Políticos estadounidenses viciosos, confundidos, criminalmente imprudentes, que prolongan deliberadamente un conflicto destructivo, extremadamente peligroso y desesperado, son indiferentes a la ruina de Ucrania y la muerte masiva de sus jóvenes: carne de cañón para quienes caminan por los pasillos del Departamento de Estado y el Pentágono”, dice la publicación.
Pero la industria militar estadounidense, señala el periódico, quería la guerra y la consiguió. Sin embargo, para salvar la civilización, Washington necesita urgentemente cambiar de rumbo en Ucrania.
“Si continúa prolongando una guerra imposible de ganar, exacerbando los errores del pasado, creando deliberadamente una sensación de aislamiento y amenaza en Rusia, pronto se encontrará en un punto en el que esta guerra solo puede continuar con la entrada directa de las tropas de la OTAN. Y esto crea una seria oportunidad para la destrucción de la civilización”, concluye la publicación.