Este Acuerdo es considerado la hoja de ruta hacia un pacto de la sociedad colombiana que lleve al gran Acuerdo Nacional y a la reconciliación, fruto de transformaciones estructurales.
Contempla también los elementos iniciales para la participación de la sociedad y los elementos iniciales para el cese al fuego entre el Gobierno y el ELN.
La Mesa de Diálogos y la nueva agenda son instrumentos de un proceso iniciado en 2012 que se desarrolla ahora frente a una crisis más profunda: incidencia del narcotráfico, corrupción política, modelo económico agravado por la crisis global que arriesga la vida en el planeta, señala el texto.
Agrega que la superación del conflicto interno, pasa por realizar transformaciones políticas, sociales, económicas, ambientales y culturales y se requiere un pacto nacional que tenga la fuerza de concitar voluntades de todos los sectores de la sociedad.
Los colombianos mayoritariamente dejaron de creer en aquellos que por acción o por omisión han alentado las crisis, enfatiza el documento rubricado hoy en México con la presencia de la vicepresidenta Francia Márquez y el canciller Álvaro Leyva.
Las partes de este proceso identificaron la necesidad de un gran Acuerdo Nacional que debe empujar los cambios que requiere la sociedad colombiana.
Dicho acuerdo se debe consolidar a partir de la alianza de fuerzas, movimientos y organizaciones políticas, económicas, sociales, medios de comunicación, y distintos grupos y expresiones populares que deben empujar los cambios que la sociedad colombiana.
Entre otros aspectos, señala que se trabajará con una perspectiva de género, derechos de las mujeres, de población LGBTIQ+, de pueblos étnicos y del cuidado de la Madre Tierra.
Además, acogerá iniciativas y experiencias de la sociedad, y recomendaciones e instrumentos de entidades nacionales e internacionales dirigidos a aumentar la participación de las mujeres en la construcción y el mantenimiento de la paz.
La solución política al conflicto se fundamenta en los compromisos de la totalidad de los poderes públicos, las instituciones y los funcionarios a trabajar por una política de paz de Estado, que no sea alterada por ningún gobierno posterior.
Las dos delegaciones convocaron a la participación democrática de todos los sectores de la sociedad, sin exclusiones, para pactar las transformaciones que requieren las regiones y el país en su conjunto, y emprender un proceso de transiciones que conduzcan a la democracia plena.
La soberanía nacional, la paz integral, derrotar la corrupción, la protección de la Madre Tierra, superando el sistema vigente de explotación y depredación, y creando las condiciones de equidad social y económica son las banderas que guían a quienes marchan con estos propósitos.