En un artículo para RT, el politólogo afirma que toda la historia moderna de Georgia, desde finales de la década de 1980, es «una crónica de bandazos temperamentales hacia el cambio», que consisten en «intentos caóticos de implementación, seguidos de trabajos para estabilizar la situación y construir una estructura estatal sólida». Al mismo tiempo, señala que en cada episodio de perturbación social, como el actual, hay condiciones sociopolíticas objetivas previas, en las que influyen factores tanto internos como externos.
De acuerdo con el experto, aunque la causa inicial de las protestas fue la aprobación en primera lectura parlamentaria de un proyecto de ley de agentes extranjeros, que, según la oposición y Occidente está «inspirado por el Kremlin» y perjudicaría las ambiciones euroatlánticas de Tbilisi, la raíz de los problemas en el país es más profunda.
«El problema del Gobierno actual es que ha intentado adoptar una postura distante y neutral en una situación de creciente inestabilidad internacional […] Su afirmación de que está protegiendo a su propio pueblo de los costes de una creciente crisis político-militar extranjera es legítima. Sin embargo, en lo esencial, la crisis es aguda e implica a un número creciente de actores que exigen certidumbre«, sostiene.
Presión interna de una minoría inquieta apoyada por la presión externa
El analista opina que Georgia no puede permitirse «el juego del distanciamiento» como Turquía, ya que esto requiere de una posición interna y externa fuerte que el país no tiene.
«La identidad política de Georgia bajo todos los regímenes se ha construido sobre el deseo de unirse a ‘Occidente’, por casi cualquier medio posible. Y bajo cualquier condición. La legitimidad de todas las autoridades se ha basado en promesas de ‘integración europea'», destaca.
Según Lukiánov, cualquier intento de «abandonar los dictados de la UE se percibe ahora como una traición a los ‘ideales europeos'». Por eso, «la presión interna de una minoría inquieta se ve respaldada por la presión externa» de Bruselas y Washington, que aseguran que el Gobierno actual está en connivencia con Moscú.
Al mismo tiempo, a juicio del experto, es poco probable que se produzca un derrocamiento del Gobierno similar al del Maidán, el golpe de Estado en Ucrania en 2014, ya que en la oposición «no hay verdaderas fuerzas de posición radical, como las que se han visto en Kiev». Lukiánov concluye que ahora todo dependerá de la capacidad o incapacidad de las autoridades para resistir a la creciente presión de la UE y EE.UU. para obligar al país a abandonar la neutralidad.
Las protestas masivas se iniciaron este martes en Tbilisi después de que se aprobara por mayoría parlamentaria el proyecto de ley de agentes extranjeros en primera lectura. Tras los intentos de asaltar el edificio legislativo y varios enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, las autoridades georgianas atendieron el jueves las dos principales demandas planteadas por la oposición: retiraron del Parlamento el proyecto de ley y liberaron a la mayoría de los manifestantes detenidos.
Sin embargo, esto no satisfizo a los manifestantes, que, ondeando banderas de Georgia, la UE, EE.UU. y Ucrania, así como cantando el himno ucraniano y gritando lemas nacionalistas ucranianos, presentaron nuevas demandas, exigiendo la dimisión del Gobierno y la convocatoria de elecciones parlamentarias anticipadas.