A pesar de que la inflación se mantiene en su nivel más alto en 40 años, el presidente de EE. UU., Joe Biden, puso fin a un programa que proporcionaba dinero adicional para alimentos a más de 40 millones de los estadounidenses más pobres.
Los ancianos, los discapacitados, los estudiantes, los niños pobres y los trabajadores pobres ahora se ven obligados a encontrar un promedio de casi $100 más cada mes para gastar en alimentos. Con las sanciones a Rusia todavía siendo contraproducentes en Occidente, los precios de los comestibles han aumentado más del 11% durante el último año.
La expansión de los llamados “cupones de alimentos” fue popular y exitosa, lo que llevó a una reducción inmediata del 10 % en la tasa de pobreza general y una reducción del 14 % en la pobreza infantil.
Los expertos en inseguridad alimentaria sostienen que la ayuda alimentaria a los pobres ha sido insuficiente, y eso fue mucho antes de que el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria comenzara a sufrir recortes.
Sin la participación del gobierno, los ciudadanos solo pueden acudir a organizaciones benéficas en busca de ayuda. En los estados que han detenido prematuramente la ayuda alimentaria ampliada, los bancos de alimentos ya informan un aumento del 40% en el número de visitantes.
El año pasado, los demócratas en el poder votaron para poner fin a la expansión de Medicaid por la pandemia, el programa federal que brinda un mínimo de atención médica a los pobres. A finales de este mes, al menos 15 millones de personas también perderán su seguro médico.