Tras el ingreso en la Unión Europea en 2004 y su giro definitivo a Occidente, Polonia, del mismo modo que sus vecinos checos, eslovacos, húngaros, perdió un gran poder de influencia al igual que nivel de relaciones comerciales con sus vecinos más inmediatos en el Este, las ex-repúblicas soviéticas de Ucrania y Bielorrusia. Y en menor medida, lo mismo sucedió con las relaciones con Georgia y Moldavia.
Polonia siempre ha mostrado un gran interés en su vecino ucraniano, siendo un ejemplo su necesidad por contar con un gran volumen mano de obra ucraniana a un precio competitivo para los próximos años ante el problema demográfico, generado por la baja tasa de natalidad y la emigración de un gran número de trabajadores polacos no cualificados al Reino Unido, Alemania y Noruega, que pone en peligro el desarrollo del país.
Con el inicio de la crisis en Ucrania en 2014, Polonia mantuvo desde el principio una clara posición favorable a los manifestantes proeuropeos del Maidán y el gobierno polaco cooperó con la oposición ucraniana. Cuando cayó el gobierno de Yanukovic el gobierno polaco ayudó en la formación del nuevo gobierno. Sin embargo, la posición mayoritaria de la sociedad polaca fue de apoyo y solidaridad con los manifestantes del Maidán, favorable al nuevo gobierno ucraniano y contrario a la invasión rusa de Crimea. Tras la anexión de Crimea se pudieron ver manifestaciones frente a la embajada y los consulados rusos en Polonia además de numerosos actos organizados por ucranianos residentes en Polonia, apoyados por centenares de ciudadanos polacos.
Sin embargo, a través de las redes sociales, los medios de comunicación así como círculos políticos polacos en algunos casos cercanos al actual gobierno de Polonia sustentado por el partido Ley y Justicia se muestra cada vez un mayor interés por la Ucrania occidental, el propio ministro de Asuntos Exteriores W. Waszcykowski en declaraciones realizadas a finales de 2017 al diario “W sieci”, donde señalaba que ciertas áreas de territorio ucraniano eran polacas, así como a la oposición de su país a una posible adhesión de Ucrania a la UE, sin resolverse previamente los problemas históricos (el embajador polaco fue convocado de urgencia por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania). Por su parte, el parlamento ucraniano en septiembre de 2016 realizaba una declaración oficial de condena sobre la acusación polaca respecto a la matanza de Volinia -llevada a cabo entre 1943 y 1945 donde murieron unos 100.000 polacos a manos de nacionalistas ucranianos- producida el 22 de julio de 2016. Polonia no demuestra posiciones ambiguas en la cuestión de Ucrania, desarrollando su zona de influencia, reclama la presencia de la Iglesia polaca en territorio ucraniano y su gran interés en la región ucraniana de Lviv (o Lwow), que fue ocupada por Polonia entre 1918-1939.
El efecto de la anexión de Crimea por Rusia ha acelerado la acción de Polonia en su interés por incrementar su presencia en Ucrania occidental, ¿existe un interés real de recuperar un papel más determinante en los asuntos internos ucranianos?; sabemos que los discursos populistas acentuados con unas gotas de amargura nacionalista pueden desequilibrar espacios donde las comunidades de ambos países se confunden, en estos momentos. Cabe esperar una nueva política exterior polaca que influya en el futuro de Ucrania con un especial interés en la región de la ciudad de Lviv, donde están fijados los discursos altisonantes de ambas naciones europeas.
Fernando Martín Cubel, Cátedra de Paz, Seguridad y Defensa (Universidad de Zaragoza)