El mandatario mexicano realizó una festiva caminata para tomarle el pulso al respado popular a su gobierno, que llegó al poder en 2018 y debe concluir el próximo año.
También abordó la vital relación con Estados Unidos. Aseguró que no va «a pelear» con Washington salvo que impulse alguna política que ofenda a las 38,5 millones de personas de origen mexicano que viven en ese país.
Bautizó a su modelo de gobierno como «humanismo mexicano», el que busca -dijo- progreso con justicia y desechar la «obsesión tecnocrática» con las cifras de la economía.
Ante una multitud que le pedía postularse nuevamente a la presidencia, respondió: «¡No a la reelección!».
Sus simpatizantes caminaron vistiendo camisas y gorras moradas, el color del partido oficialista Morena, portando pancartas y numerosas banderas con emblemas partidarios.
El anuncio de la marcha se dio tres días después de la movilización que convocó a miles de personas, en su mayoría opositores, que salieron a las calles en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) y contra la polémica reforma electoral que impulsa López Obrador.
La reforma que el mandatario presentó en abril pasado y que se discutirá próximamente en el Congreso causa polémica porque sometería a voto popular a los consejeros del INE y a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
También eliminaría 200 diputados y 32 senadores, reduciría el financiamiento de los partidos políticos y redefiniría el concepto de «propaganda» para que el gobierno se pronuncie durante las elecciones, disposiciones criticadas porque pueden favorecer al actual partido en el poder.