La reunión de representantes de los países miembros de la Unión Europea, programada para la noche de este viernes para discutir la propuesta del G7 de introducir un límite máximo al precio del petróleo ruso transportado por mar, fue cancelada, informa Reuters citando a diplomáticos del bloque comunitario.
«No hubo suficiente convergencia de puntos de vista», señaló una de las fuentes. Por su parte, Bloomberg reporta que la reunión ha sido aplazada hasta el próximo lunes. Los gobiernos de la UE están divididos sobre la iniciativa del G7 respecto al crudo ruso, que entrará en vigor el 5 de diciembre.
La idea es prohibir a las compañías navieras y aseguradoras trabajar con cargamentos de petróleo ruso en todo el mundo, a menos que se venda por un precio menor al establecido por el G7 (Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Italia, Japón y Reino Unido) y sus aliados. Las principales empresas navieras y aseguradoras tienen su sede en las naciones del G7.
Polonia, Estonia y Lituania presionan por un tope mucho más bajo que el propuesto (65-70 dólares por barril), mientras que Grecia, Chipre y Malta piden un límite más alto o alguna compensación, debido a que la medida ocasionaría grandes pérdidas a su importante industria naviera.
¿Qué dice EE.UU. ante todo esto?
Varsovia y los países bálticos consideran que dicho precio es demasiado generoso para Moscú y «están tratando de superarse mutuamente en su dureza con respecto al tope de precios», dijo uno de los diplomáticos familiarizados con las negociaciones, y agregó que Polonia incluso quiere vincular el acuerdo sobre la limitación al precio del petróleo ruso con un nuevo paquete de sanciones contra Rusia por parte de Bruselas.
Las posturas dentro de la UE «aún están muy alejadas y no se ve a EE.UU. por ningún lado para acercar a las partes» en disputa dentro del bloque comunitario, subrayó la fuente. Esta discrepancia ha dejado al descubierto las tensiones fundamentales que subyacen a la idea del tope de precios, señala Bloomberg.
Los países del bloque comunitario se ven obligados a elegir entre dos prioridades que son casi imposibles de resolver: tratar de reducir los ingresos de Moscú y evitar picos potencialmente dolorosos en el precio del crudo que podrían dañar la economía global. Rusia es uno de los mayores productores de petróleo del mundo y representa cerca del 10 % del suministro global.
El Gobierno ruso ha calificado en reiteradas ocasiones la iniciativa occidental como una «medida antimercado» que «puede complicar considerablemente la situación en los mercados energéticos mundiales», y advirtió que «no planea suministrar» petróleo a los países y compañías que se unan a la limitación de su precio.