La tensión entre Rusia y Ucrania entra en nueva fase. Ambos países se acusan mutuamente de atacar la planta nuclear de Zaporiyia.
La central nuclear rusa de Zaporiyia, ubicada en el sur de Ucrania, es la mayor planta atómica de toda Europa y la tercera del mundo en cuanto a potencia, que se encuentra bajo constantes ataques desde hace unos meses. Ucrania se niega a asumir la responsabilidad y apunta el dedo acusador hacia Rusia.
“Necesitamos una protección garantizada contra cualquier misil y sabotaje ruso a las instalaciones nucleares”, ha aseverado el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
Rusia, no obstante, asegura que Ucrania utiliza los armamentos que recibe de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para atacar estas instalaciones. Subrayó que los países miembros del bloque militar occidental, liderado por Estados Unidos, son cómplices de los crímenes cometidos por Kiev.
El Kremlin también expresó preocupación por el nuevo bombardeo ucraniano a la planta e instó a una respuesta global para poner fin a las arremetidas.
La Agencia estatal rusa de energía atómica, Rosatom, por su parte, advirtió que Kiev podría cambiar para siempre el rumbo de Europa, causando un accidente nuclear en la central.
Kiev, según Moscú, sigue jugando con fuego, al llevar a cabo provocaciones graves e irresponsables contra las instalaciones nucleares. Por lo que, dice, la comunidad internacional debe saber quién está detrás de los ataques, que podrían causar una catástrofe peor que la de Chernobil en 1986.