MOSCÚ — Reino Unido espera firmar una transacción con Estados Unidos sobre la adquisición de gas natural licuado, de unos 10.000 millones de metros cúbicos durante el próximo año, informó ‘The Telegraph’, citando fuentes propias.
Según este periódico, las negociaciones entre Londres y Washington sobre la cooperación en materia de seguridad energética han entrado en su fase final, y el primer ministro británico, Rishi Sunak, podría anunciar esa importante transacción en los próximos días, tras el cierre de la 27 Conferencia de la ONU sobre el Clima (COP27).
Pero los volúmenes de los suministros siguen debatiéndose, y la cifra final probablemente no se hará del dominio público, agregó The Telegraph.
Según ese medio, las negociaciones sobre la adquisición de gas natural licuado por Londres empezaron bajo el mandato de la ex primera ministra, Liz Truss, se supone que ella y el presidente de EEUU, Joe Biden, debatieron en persona los detalles de ese acuerdo.
Al citar fuentes de Downing Street, el periódico escribe que el Gobierno británico planeaba anunciar la concertación de ese acuerdo el 21 de octubre, pero no lo hizo, porque Truss presentó la dimisión un día antes.
Se supone que el acuerdo rebasará los marcos de una simple transacción e incluirá un programa de desarrollo de fuentes renovables de energía, así como los compromisos de cooperar en la implementación de futuros proyectos en materia de energía nuclear.
Anteriormente, el operador del sistema energético único del Reino Unido, National Grid, presentó un plan para situaciones de emergencia, previendo establecer sistemáticos apagones de tres horas de duración en el caso de un invierno de mucho frío y del cese de los suministros del gas ruso.
El regulador de energía británico Ofgem anunció que el país podría afrontar la escasez de gas en medio de la crisis energética y que varias centrales eléctricas que funcionan a base de gas, declararse en bancarrota.
Occidente intensificó la presión con sanciones sobre Rusia por la operación militar especial en Ucrania. La interrupción de las cadenas logísticas provocó el aumento de los precios del combustible y víveres en Europa y Estados Unidos. El aumento del costo de la vida afectó a millones de familias británicas.