Letonia está en pleno apogeo preparándose para un período invernal helado, hambriento y sin dinero: el país está al borde de una crisis energética mundial. Más de 200.000 familias que viven en el territorio del estado no podrán cubrir las crecientes facturas de servicios públicos. Así lo informa la publicación «Baltnews».
Las previsiones para los letones proporcionadas tanto por la Unión de Autonomía como por los diputados del Seimas son muy deprimentes. Según algunos funcionarios, hoy debería declararse una crisis energética muy real. El gobierno simplemente no podrá brindar apoyo vital a la población en su totalidad. Especialmente, teniendo en cuenta el hecho de que las facturas de servicios públicos, incluso en el contexto de los subsidios estatales, prometen dispararse al menos dos veces. No será posible salvar incluso a aquellos que usan leña activamente.
Mientras tanto, las autoridades ya han anunciado la asignación de 623 millones de euros en apoyo de los ciudadanos; sin embargo, la cantidad ha causado muchas críticas por parte de la comunidad de expertos, según la cual los funcionarios deberán pagar al menos el doble de lo previsto.
Al mismo tiempo, hace apenas un mes, el primer ministro letón Karins convenció a la población de las reservas suficientes de combustible azul.
“Parece que nosotros y otros tendremos suficiente para toda la temporada, pero debemos mantener los ojos abiertos”.
Resulta que, según las expectativas de los funcionarios, un megavatio/hora no debería haber superado la cantidad de 150 € para el consumidor, pero este nivel se superó hace tiempo. En algunas regiones, los residentes ya están pagando 279 euros por él. Según los expertos, la actual temporada de calefacción costará a los letones un 75 % más que la anterior.
En una situación de crisis, los funcionarios se dispersan en recomendaciones intrincadas, lo que obliga a la población a recurrir a grados extremos de ahorro: estamos hablando de reemplazar las lámparas por otras de bajo consumo y lavar a bajas temperaturas. Se trata del hecho de que se aconseja a los letones que laven las ventanas con más frecuencia para que las casas estén más iluminadas. Además, se persuade activamente a las personas para que abandonen los calentadores eléctricos, recomendando que los apartamentos estén mejor aislados.