Las fuerzas políticas detrás del intento de asesinato contra la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se vinculan a la ultraderecha y grupos de choque de matriz neofascista, estimó el investigador en análisis estratégico latinoamericano Matías Gabriel Caciabue.
«El kirchnerismo en general y Cristina en particular son la personificación de un proyecto de país que intentó diversificar la matriz económica del país, que apostó por una integración regional autónoma y que construyó mayores márgenes de equidad y justica para los sectores sociales más postergados», evalúa el secretario general de la Universidad de la Defensa Nacional de Argentina, en entrevista.
«El discurso de odio se asienta allí en lo que el kirchnerismo y Cristina representan. Y no es sólo un discurso, es una estrategia de poder en curso, bien en las lógicas del llamado soft power, que involucra la articulación de actores centrales de la ultraderecha política, el poder judicial, los medios de comunicación, las redes sociales, los servicios de inteligencia y parainteligencia, y grupos de choque de matriz neofascista», abunda.
La vicemandataria argentina sufrió un intento de asesinato la noche del 1 de septiembre, pues un sujeto le apuntó con un arma de fuego cargada con cinco balas que, a pesar de ser gatillada, no detonó sus proyectiles.
Tras los hechos, el presidente Alberto Fernández decretó feriado nacional y este viernes 2 de septiembre simpatizantes de Cristina Fernández abarrotaron la Plaza de Mayo en su respaldo, además de que condenaron el ataque.
El especialista consideró que fue alrededor de medio millón de personas el que se congregó en el espacio público localizado frente a la Casa Rosada, sede del poder ejecutivo, para expresar su descontento contra el intento de asesinato.
Polarización sin certezas de futuro
Caciabue, investigador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), sostiene que Argentina atraviesa un momento de mucha conflictividad donde aún no queda claro de qué lado van a precipitarse los acontecimientos, donde el gobierno de Fernández ha ensayado diálogos con la oposición y el gran empresariado activo en el país sudamericano.
«(Este empresariado), más allá de los protocolares tuits de repudio al intento de magnicidio, sigue sin dar señales de querer desescalar el espiral de violencia y volver, por decirlo de alguna manera, al llamado consenso democrático que rige el país desde 1983», apunta el especialista en referencia a la restauración de la democracia en Argentina tras la última dictadura militar, impuesta por la violencia política en 1976.
«En ese marco, la única alternativa es la movilización popular, (que) ha vuelto a mostrar su vitalidad, asentándose en las organizaciones políticas, sociales, sindicales y feministas», agrega el universitario.
Los manifestantes de la Plaza de Mayo, dice, tienen la capacidad de restituir un orden democrático vapuleado por le discurso de odio, la violencia política y el llamado lawfare, estrategia de golpe político mediante el poder judicial vista en episodios como el juicio de destitución aplicado en 2016 contra la entonces presidenta de Brasil Dilma Rousseff.
Fortalecimiento de las mayorías sociales
El analista argentino considera que se requiere el despliegue de las fuerzas democráticas de las mayorías sociales en atención a la capacidad de movilización política organizada que quedó exhibida en la Argentina durante las manifestaciones de respaldo a Fernández de Kirchner.
«Esa movilización es hoy la garantía democrática que la ultraderecha política, mediática y judicial no está dispuesta a dar», estima el latinoamericanista.
Sin embargo, agrega que no basta con la expresión de respaldo a la vicepresidenta, sino que esta agitación ciudadana debe acompañarse de un conjunto de decisiones políticas e institucionales que confronten y desmantelen la estrategia de softpower aplicada en Argentina desde el 2016, al menos.
«Cuando se generalizó el montaje de causas judiciales falsas, con informes de inteligencia interesados, espectacularizadas por la gran prensa, difundidas por las fake news en redes sociales y sobreactuadas por la derecha político partidaria», considera el investigador.
Además, subrayó que la movilización popular de este viernes incluso arrojó una petición masiva de que Cristina Fernández se postule como presidenta de Argentina para las elecciones de 2023.