La hambruna y un sector agrícola de bajo rendimiento siguen siendo problemas graves para muchos países africanos en la actualidad. El organismo de Investigación e Innovación del Reino Unido (UKRI) afirma que las iniciativas de consumo de insectos que financia podrían resultar útiles algún día para el resto del mundo en medio del creciente impacto de la cría masiva de ganado en el medio ambiente.
Dos proyectos de ayuda, que sugieren apoyo para el cultivo de insectos comestibles en ciertos países africanos, han recibido el respaldo del gobierno del Reino Unido.
El primero, que asigna unas 50.000 libras (57.590 dólares) para cultivar orugas africanas, langostas migratorias y moscas soldado negras en la República Democrática del Congo, está dirigido por la Agencia Católica para el Desarrollo en el Extranjero (Cafod) y comenzó en marzo de 2022, indicó The Guardian.
El proyecto, que figura entre varias iniciativas apoyadas por la Oficina de Relaciones Exteriores, Commonwealth y Desarrollo del Reino Unido, tiene como objetivo «promover la producción de insectos para la alimentación humana y para su uso en la fabricación de alimentos para animales». Sin embargo, Cafod luego aclaró para el periódico que bajo su proyecto, se criarán insectos para alimentar a los peces y enriquecerlos con proteínas para su posterior consumo por parte de los lugareños.
Otro proyecto, que recibió £300,000 ($345,540) en financiamiento, busca inyectar varios insectos directamente en la dieta de los niños de Zimbabue. El líder del proyecto, el Dr. Alberto Fiore de la Universidad Abertay de Dundee, sugirió convertir los gusanos mopane recolectados localmente, un tipo de oruga verde, en una papilla (con la adición de componentes adicionales) que se servirá a los niños en edad escolar en Zimbabue.
Él explica que es rico en vitaminas, minerales, aminoácidos y ácidos grasos que son necesarios para la nutrición y el desarrollo adecuados del cuerpo. Al mismo tiempo, la cría de orugas no está limitada por las capacidades agrícolas del país, aunque hasta ahora nadie ha intentado cultivarlas de forma sistemática, y los lugareños las recolectan ocasionalmente durante la temporada alta.
Durante mucho tiempo, las orugas, los grillos y otros insectos se han considerado fuentes de proteína viables y menos dañinas para el medio ambiente, especialmente en comparación con el ganado. Sin embargo, su sabor y la falta de atractivo como fuente de alimento para algunas naciones han impedido hasta ahora en gran medida convertirlos en un reemplazo de la carne de res.