Gorbachov hizo un pacto de caballeros con EEUU y fue traicionado
31.08.2022 11:06
El último mandatario de la URSS recibió una promesa de parte de Estados Unidos: «Ni una pulgada hacia el Este». El compromiso consistía en que las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no avanzarían hacia las fronteras rusas. Tres décadas después, con el conflicto en Ucrania de fondo, la promesa está más que rota.
Se trató de un pacto de caballeros al que se llegó el 9 de febrero de 1990. No hubo acuerdos firmados ni protocolos apegados al derecho internacional. Quien hizo la promesa fue el exsecretario de Estado de Estados Unidos, James Baker, a nombre de todo el Gobierno del expresidente George H. W. Bush. A cambio, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se comprometió a poner fin a una Guerra Fría que tenía al mundo gastado en una lógica bipolar que no beneficiaba a casi nadie. Al final, el bloque soviético se desintegró por múltiples factores, igual que el compromiso de Washington.
La promesa de la Casa Blanca fue documentada por la prensa internacional e incluso los archivos desclasificados sobre aquel hecho hoy se encuentran disponibles en el Archivo Nacional de Seguridad de la Universidad George Washington, muy cerca de donde el actual presidente estadounidense, Joe Biden, ordena el apoyo militar a Ucrania y fortalece a las tropas de la OTAN.
La reciente muerte de Mijaíl Gorbachov a los 91 años pone de manifiesto el incumplimiento de Washington y exhibe que el último hombre que gobernó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se fue de este mundo viendo que la OTAN está por incorporar a más países a la alianza atlántica, como Finlandia y Suecia, con Ucrania coqueteando muy de cerca.
«Gorbachov tuvo un pacto de caballeros con Bush en 1991 o poco antes, pero no dejó ningún documento firmado, y aunque se hubiera firmado, la sed de expansión de Occidente era muy grande. Gorbachov se dio cuenta muy temprano que la OTAN podía expandirse hacia las fronteras rusas: lo vio venir desde que existía el bloque soviético y por eso se lo pidió a Bush. Sin embargo, tras diluirse la Unión Soviética, la OTAN ingresó a una fase de expansionismo [hacia Rusia] y Gorbachov no pudo hacer absolutamente nada», dice en entrevista Ana Teresa Gutiérrez del Cid, internacionalista con estudios en Ucrania y analista geopolítica con especialidad en Europa del Este de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM).
«Los documentos [desclasificados] refuerzan las críticas del exdirector de la CIA, Robert Gates, por ‘seguir adelante con la expansión de la OTAN hacia el Este [en la década de 1990], cuando a Gorbachov y a otros se les hizo creer que eso no ocurriría», señala un archivo en poder de la Universidad George Washington.
Aunque la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hoy considera a Rusia como la mayor amenaza a la seguridad internacional por haber iniciado una operación militar especial en Ucrania, la realidad es que la alianza armada occidental supera en número de bases militares a Moscú.
Mientras que la OTAN tiene actualmente 38 bases militares en Europa, tres en Turquía y una en Estados Unidos, Moscú mantiene desplegadas sólo ocho en Siria, Abjasia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Moldavia, Tayikistán y Osetia del Sur, de acuerdo con datos de la OTAN y del Gobierno ruso actualizados al mes de julio.
En la siguiente imagen, tomada del sitio web de la OTAN, se aprecia la distribución de las bases militares occidentales en forma de cerco al país gobernado por Vladímir Putin.
«Él [Gorbachov] pensaba que no le iban a fallar los líderes occidentales y que iban a respetar no expandirse al Este. Sin embargo, fue lo que menos les importó. Hoy lo vemos en Ucrania, que es la línea roja que lo rompió todo y que provocó las hostilidades actuales en Europa del Este», dice la también autora del libro China y Rusia como actores centrales de las nuevas coordenadas del poder mundial (2019).
El 31 de julio de 1991, los mandatarios Gorbachov y Bush firmaron en Moscú el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START), en el cual se establecía que se reducirían los arsenales nucleares de ambos países hasta en un tercio. El exlíder soviético dijo que la firma del acuerdo era un «logro moral» que obedecía al «raciocinio humano normal». Sin embargo, la promesa de no desplegar tropas hacia el Este de Europa por parte de la OTAN no estaba delineada. Esa había sido hecha un año antes.
En enero pasado, Alexandr Lukashévich, representante ruso ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), recordó que fue el exsecretario de Estado norteamericano, James Baker, quien se comprometió al freno de la alianza atlántica.
«Lamentablemente, no hemos recibido de nuestros socios una respuesta adecuada o cualquier reacción a nuestras propuestas», dijo el funcionario del Kremlin, quien aseveró que la promesa también le fue hecha en 1991 al exministro de Exteriores soviético, Eduard Shevardnadze.
Sin embargo, hubo al menos dos grandes oleadas de nuevas incorporaciones de países a la OTAN, una en 1999, cuando se unieron Hungría, Polonia y República Checa, y otra en 2004, cuando se adhirieron los países bálticos y algunos balcánicos: Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía y Bulgaria. Para 2009, la alianza sumó a Croacia y Albania, y para 2017 y 2020, a Montenegro y Macedonia del Norte, respectivamente.
«Esas son las promesas no cumplidas de Estados Unidos, porque alguna vez [los norteamericanos] incluso negaron que haya existido ese acuerdo. Ahora, con la crisis en Ucrania de fondo, salen a flote nuevamente todas esas amenazas y falsas promesas, lo cual ha generado movimientos de ambos lados [tanto de Rusia como de la OTAN]. No olvidemos que Moscú lleva años señalando la amenaza de que Ucrania o Georgia puedan ser añadidas a la alianza atlántica, algo muy delicado porque ambas naciones tienen fronteras con Rusia», observa Michelle Balderas, internacionalista del Grupo de Estudios Sobre Eurasia (GESE), un colectivo compuesto por académicos de instituciones prestigiadas de América Latina, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Colegio de México (Colmex) y la Universidad Anáhuac.