El candidato a la Presidencia de Brasil, Lula da Silva, criticó a los políticos que utilizan la fe como una plataforma política, en momentos en que su rival, Jair Bolsonaro, lleva a cabo ese tipo de prácticas para atraer votantes.
En plena época de campañas electorales, el candidato del Partido de los Trabajadores aseguró que la demagogia tiene muchas formas, y una de ellas es el aprovechamiento oportunista de utilizar la fe de las personas para conseguir adeptos.
«Defiendo el Estado laico. El Estado no debe tener religión y las iglesias no tienen que tener partido político», dijo Lula durante un mitin en el Valle de Anhangabaú, en la ciudad de Sao Paulo.
Aunque no mencionó nombres, acusó que «hay personas» que utilizan a la iglesia como «un escenario político o una empresa para ganar dinero».
«Cuando quiero conversar con Dios, no preciso padres o pastores. Puedo encerrarme en una habitación y conversar con Dios cuantas horas quiera, sin necesitar favores», comentó Lula da Silva, quien según diversas encuestas lleva la delantera en las preferencias de voto de los brasileños.
El hombre que ya gobernó Brasil de 2003 a 2010 consideró que la iglesia es una institución que debe mantenerse al margen del Estado, por lo cual criticó que se defiendan o se impulsen «las candidaturas de falsos profetas o de fariseos que están negando al pueblo el día entero».
Jair Bolsonaro, que busca su reelección, ha apelado en muchas ocasiones a los discursos evangélicos para ganarse las preferencias de voto de miles de religiosos brasileños. El año pasado, afirmó que «sólo dios» será capaz de sacarlo de la Presidencia de su país.
De hecho, en su arranque de campaña su esposa Michelle Bolsonaro dijo: «Esta campaña es otro milagro de dios, comenzó en 2019, cuando dios hizo el milagro en la vida de mi marido porque el que predica amor y pacificación atentaron contra su vida».
Durante su discurso en Río de Janeiro, el presidente Bolsonaro afirmó que Brasil es un país «mayoritariamente cristiano»Am, que cree en dios y que no quiere retrocesos, en referencia a una supuesta «vuelta de la ideología de género a las escuelas»; también criticó la legalización de las drogas y el aborto.