RÍO DE JANEIRO — El juez brasileño Alexandre de Moraes tomó posesión como nuevo presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), corte que organiza los comicios en el país, e hizo una clara defensa de las urnas electrónicas, que definió como «orgullo de Brasil».
«Somos un una de las mayores democracias del mundo en términos de voto popular, estamos entre las cuatro mayores democracias del mundo, pero somos la única democracia del mundo que recuenta y divulga los resultados electorales en el mismo día con agilidad, seguridad, competencia y transparencia; eso es motivo de orgullo nacional», dijo en su discurso.
Las urnas electrónicas, que se usan en Brasil desde hace más de 20 años, han sido objeto de fuertes críticas por parte del presidente Jair Bolsonaro, que cuestiona su eficiencia y advierte sobre riesgo de fraude y seguridad, algo que algunos analistas consideran parte de su estrategia para contestar una eventual derrota en las elecciones de octubre.
Bolsonaro estaba presente en el acto y no aplaudió cuando Moraes defendió públicamente las urnas electrónicas, mientras que el grueso de la platea se puso en pie para mostrar apoyo a las palabras del juez.
Moraes, que ejercerá su mandato durante la campaña y el periodo electoral, advirtió que no tolerará fake news ni discursos de odio, así como ideas «contrarias al orden constitucional» o manifestaciones que busquen «el rompimiento del Estado de derecho».
«Libertad de expresión no es libertad de agresión ni de destrucción de la democracia y las instituciones, no es libertad de propagación de discursos de odio y prejuicios», destacó.
El acto, rodeado de una expectación sin precedentes, contó con la presencia de 2.000 invitados, entre jueces del Tribunal Supremo Federal, senadores, diputados, alcaldes, gobernadores de 22 estados, embajadores extranjeros y otras autoridades.
En la primera fila estuvieron sentados los expresidentes José Sarney (1985-1990), Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2011), Dilma Rousseff (2011-2016) y Michel Temer (2016-2018), quienes coincidieron por primera vez después de las tensiones por el proceso de impeachment, considerado un golpe de Estado parlamentario por buena parte de la izquierda brasileña.
El acto de toma de posesión de Moraes también propició el primer encuentro entre el presidente Bolsonaro y Lula, los principales rivales en las elecciones, aunque no trascendió si intercambiaron alguna palabra en los bastidores del evento.