El litio en Argentina, ¿la fuente de divisas que necesita el Gobierno?

La experta en extractivismo Patricia Agosto, desmenuza las posibilidades de desarrollo del litio en Argentina con la capacidad de generar divisas en el país, como proyectan las autoridades económicas.
El empoderado superministro de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca argentino, Sergio Massa, ha puesto prioridad en la generación de divisas para la alicaída economía argentina.
A raíz esta necesidad de contar con liquidez, Massa nombró como secretaria de Minería de la Nación a Flavia Royón, con dos tareas u objetivos claves: frenar el déficit fiscal energético producido por los subsidios energéticos a nivel federal y generar divisas a partir de la propia energía, a través de la explotación de yacimientos de litio en el norte del país.
En la actualidad existen en distintas fases de exploración 50 proyectos de explotación de litio, mineral imprescindible para la manufacturación de baterías eléctricas y del cual Argentina posee las segundas reservas más grandes del mundo después de Bolivia y que junto con Chile proyectan el llamado triángulo del litio.
«El desarrollo conjunto del litio nos permite otorgar valor agregado a las exportaciones y promover la capacitación de técnicos y científicos. La Argentina, Bolivia y Chile forman el triángulo del litio, zona fundamental para nuestro desarrollo por la que seguiremos trabajando», publicó en sus redes sociales el presidente argentino Alberto Fernández tras su encuentro con su par boliviano, Luis Arce, en la asunción de Gustavo Petro el pasado domingo 7 de agosto en Bogotá.

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Según datos expuestos por medios locales los proyectos extractivos activos en las provincias de Jujuy y Catamarca (norte) producirán alrededor de 37.000 toneladas de carbonato de litio en 2022.
La puesta en marcha de diversos proyectos en Jujuy, Salta y Catamarca elevarían la producción a 80.000 toneladas de litio para 2023, con proyecciones de pasar de los 200 millones de dólares en exportaciones registrados en 2021 a 4.000 millones en 2024.
En conversación con Sputnik la historiadora y experta en extractivismo argentina Patricia Agosto abordó las claves de una industria sobre la cual Argentina y la región aún no resuelven «para qué y para quién» su desarrollo.

Massa y el litio como generador de divisas

«La realidad es que en general todas las actividades extractivas están pensadas en ese sentido, generar divisas. Hay una situación bastante general de crisis profunda y necesidad de dólares y en esa clave entra cualquier actividad extractiva y el litio se ha convertido en la estrella». Más allá de que la Argentina tenga un eje en los agronegocios, afirma Agosto sobre la necesidad de generar divisas planteada por el ministro Massa.

El hecho de que la extracción y comercialización de litio se convierta en «la estrella», tiene que ver con «la asociación entre el litio y la transición energética necesaria frente a la crisis global y básicamente al cambio climático», junto con la necesidad de salir de la matriz de combustibles fósiles.
La realidad, si se ahonda desde la experiencia en investigación y en el trabajo territorial, es que hablamos «de una falsa solución», sostiene Agosto. El litio «no es generador de energía, es un acumulador de energía, por eso las baterías y los autos eléctricos, pero en sí no implica ningún cambio en el sistema energético».

«Decimos falsa solución porque no es que ahí va a estar la posibilidad de cambiar el sistema energético, que es un poco más amplio que hablar de matriz». Las tecnologías del litio «funcionan con las mismas características generales que la matriz de combustibles fósiles. Es concentrado, sostiene la desigualdad, genera impactos irreversibles en los ecosistemas, consume excesiva cantidad de agua. No es muy distinto a cualquier otro de los ejes del extractivismo», subraya Agosto.

Litio, ¿para qué y para quién?

En el caso del litio como en cualquier otra actividad extractiva «hay que preguntar previamente, ¿para qué y para quién?«.

«Estuve en una reunión con representantes de embajadas europeas y la mirada es: ‘Nosotros tenemos autos eléctricos, necesitamos el litio y si hay zonas deshabitadas que se tienen que sacrificar para obtener el litio’. Es como la mirada colonial de toda la vida. América Latina sosteniendo el desarrollo de Europa en su momento, de las economías centrales, sigue siendo una lógica colonialista. Por eso, ¿para qué y para quién? Porque en realidad, ¿qué queda para Argentina?», resume la experta en extractivismo.

El litio de Argentina y la región «se terminará convirtiéndo en el eje de una transición que no es nuestra, porque acá casi no hay autos eléctricos. Es sacrificar zonas, como dicen los europeos, en pos de un desarrollo que no tiene que ver con nuestros países», enfatiza.

¿Extracción en bruto o industrialización?

Respecto a la posibilidad de generar una industria nacional capaz de generar valor agregado a la simple función extractivista controlada por corporaciones capaces de absorber esa inversión y ese desarrollo tecnológico, la posición de la historiadora con 20 años de experiencia en políticas extractivistas es clara y sin rodeos.
«La realidad es que desde las palabras de Massa, son proyectos. El litio fue una de las primeras palabras que mencionó en el discurso. La idea del litio no es que ayude a la reprimarización de la economía, sino que la idea es que la Argentina se transforme en productora de baterías. Como proyección, discursiva diría yo, quizás. Pero la realidad es que incluso tecnológicamente hablando, ni la Argentina ni muchos países de América Latina tienen como agregar valor al litio», afirma Agosto.

Futuro del litio

La apuesta al litio o a cualquier otra actividad extractiva, «tiene que ver con la consigna ‘crecer para pagar’. ¿Cómo se crece? Porque en verdad no hay otras propuestas. Crecer significa más extractivismo y más extractivismo significa más divisas», destaca Agosto.
«La extracción de litio precisa de un millón de litros de agua por día. En un territorio como este en Catamarca, un territorio árido donde el agua no es precisamente lo que abunda, es tremendo».
El litio entra en competencia con el modo de vida campesino. «Si el agua la usan las empresas y en esas proporciones, es agua que no van a tener los campesinos y campesinas que tradicionalmente viven ahí y producen en su propio territorio, es bastante avasallador», sostiene.

«¿Cuál es el riesgo con estas empresas multinacionales? Que se terminen entregando los recursos o los bienes comunes por poco dinero. No hay mucha posibilidad de negociar. No tiene esa posibilidad el Estado nacional, menos las administraciones provinciales. Las corporaciones manejan el mundo, eso está superclaro», afirma la historiadora.

Estados Unidos siente la competencia de China

Según la historiadora, residente en Catamarca y testigo del desarrollo de la industria extractivista, la política global de China como la principal potencia en cuanto al comercio, a la compra de bienes comunes, inversiones extranjeras directas, viene avanzando a pasos agigantados en América Latina y el mundo.
«Estados Unidos tiene una historia al respecto, tiene muchos años de ser una economía central, una potencia», describe Agosto. Sin embargo, «los chinos acá, están cambiando la impronta del lugar, del espacio. No solo porque ves camionetas de las multinacionales todo el tiempo, gente con las camperas de la empresa, sino que se festeja el año nuevo chino, se aprende chino mandarín. Es una multinacional como cualquier otra, pero estratégicamente opera desde otro lado, una cuestión cultural. Pensá que es una zona andina, de pueblo coya».
De parte de EEUU, «el discurso frente a China es que se amenaza la democracia. Es la primera vez que tiene una potencia —porque ni siquiera la Unión Soviética— que se le iguala y, en muchas pulseadas, le gana», afirma la historiadora argentina.
«Las tecnologías digitales, el 5G, todo eso lo está ganando China. Las disputas las está ganando China a nivel global. China está invirtiendo en infraestructura en América Latina, entonces hay un avance muy considerable y EEUU realmente siente la competencia», concluye.