La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) advirtió que la crisis de alimentos y fertilizantes derivada del conflicto en Ucrania exacerbará el impacto de riesgos ya existentes en países en desarrollo.
El titular del Ministerio de Agricultura de Rusia, Dmitri Pátrushev, advirtió que se está conformando una crisis de proporciones planetarias ante esta situación, derivada de las sanciones occidentales contra fertilizantes y alimentos rusos como represalia por la operación militar especial que inició Moscú en Ucrania desde febrero de 2022.
«La situación en los mercados globales es difícil, sobre todo en el trigo. Esta temporada, debido a un número de factores incluida la sequía en Estados Unidos y Europa, las inundaciones en Australia y el mal clima en la India, el suministro global de trigo molido caerá», señaló el funcionario ruso durante un encuentro de ministros en Baskiria.
Además, anomalías climáticas hacen esperar una pérdida de calidad en el trigo norteamericano, principalmente el estadounidense, agregó Patrushev.
El año agricultor corriente, por las restricciones sumadas a estas circunstancias de cultivo y clima, podría registrar riesgos serios para la seguridad alimentaria del mundo, señaló.
El ministro de Agricultura del Gobierno de Vladímir Putin presentó ante sus pares del gabinete la campaña de cosecha rusa, con 27% de los campos ya cultivados y 55 millones de toneladas de grano cultivadas, que si bien son buenos indicadores se encuentran por debajo de las cifras de 2021.
Esto pone en riesgo la planeación de alcanzar los 130 millones de toneladas, reconoció el funcionario, si bien descartó problemas en el abasto del mercado interno de Rusia.
No obstante, Patrushev reconoció que si no alcanza sus abastos planeados, Rusia tendrá que contener sus exportaciones de grano, lo que podría golpear los mercados alimenticios del mundo.
El reportero Ilya Tsukanov destacó que mientras Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Japón, Australia, Nueva Zelanda y la Unión Europea desataron sanciones contra Rusia, ni un solo país de América Latina, África o el Oriente Medio se sumó a las medidas restrictivas, en un escenario donde los países en desarrollo buscan la seguridad alimentaria.
Igualmente, señaló el periodista en una nota para Sputnik, el Sur Global padece las consecuencias alimenticias de las sanciones contra Rusia, potencia en la exportación de granos y fertilizantes en el panorama mundial.
Estimaciones de la oficina rusa de la FAO perfilaron que 828 millones de personas en el mundo sufrieron hambre al final de 2021, por lo que llamó a la organización a establecer un fondo internacional para solventar la exportación de alimentos, fertilizantes y energéticos en países en desarrollo, principalmente africanos.
Kenia, Somalia y Etiopía, por ejemplo, enfrentan hambre en 18 millones de personas, mientras que la plataforma Oxfam Internacional teme la muerte de 350.000 niños somalíes por desnutrición este 2022, mientras que podrían aumentar los hambrientos en Sudán, República Centroafricana, Chad y el Congo.
Consecuencias en el primer mundo
Si bien las sanciones contra Rusia golpearon al país euroasiático en la primavera de 2022, el impacto no sólo ha alcanzado a sus socios comerciales, sino también a naciones del llamado primer mundo.
Uno de cada seis alemanes se ha visto forzado a saltarse comidas como resultante del disparo de precios en los alimentos, advirtió el diario local Bild, mientras que en Polonia la prensa local registró un desplome de los precios para productores domésticos de trigo por el arribo masivo de grano ucraniano.
En tanto, el Instituto Nacional de Estadísticas de Italia registró un disparo en los precios de la harina y la pasta y aumentos de hasta 66% en aceite de cocina.
Estimaciones de la agencia Mercy Corps reportaron un aumento de más del 200% en los precios de la harina en Líbano, dependiente en un 80% del trigo ucraniano y ruso.
En tanto, en América Latina los riesgos alimentarios podrían generar el desplazamiento de 14 millones de personas en 13 países, según estimaciones del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas.
Posibilidades sociales contra el hambre
Históricamente, recordó, la escasez de alimentos ha conducido a revoluciones, golpes, guerras y desobediencias civiles, al mismo tiempo que es manipulada por agentes extranjeros para sembrar crisis e instaurar cambios de régimen.
La llamada primavera árabe de 2010, por ejemplo, se vincula con la inseguridad alimenticia, que derivó junto con las intervenciones estadounidenses en Irak y Afganistán, en la crisis migratoria en Europa registrada en 2015.
El titular de Vision & Global Trends, una mesa internacional de análisis con sede en Italia, Tiberio Graziani, considera que Europa no está preparada para administrar nuevas posibles olas migratorias, mientras que la propia crisis alimentaria deriva de las políticas y modelo de gobernanza impuesto por occidente al mundo.
El liberalismo económico tolerante con economías europeas ha conducido a otras naciones a un esquema de dependencia parecido a los existentes en el siglo XIX, estimó el analista italiano, mientras organizaciones como las Naciones Unidas, más allá del discurso, han fallado en proveer soluciones reales a la situación.
En ese escenario, es indispensable un nuevo sistema multipolar que asuma esquemas solidarios y cooperativos para hacer frente a los desafíos políticos y económicos internacionales, añadió el experto italiano, como la alianza entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, conocida como BRICS.
En tanto, el italiano acusó a Estados Unidos de buscar mantener su hegemonía global incluso si implica sacrificar a otros países, como Ucrania o naciones europeas, efectos secundarios desde la perspectiva de Washington.
En tanto, la situación podría llevar a la Unión Europea a devenir aún más débil que antes y más dependiente de la Casa Blanca de lo que es actualmente, cerró Graziani.