La política indecisa del canciller alemán Olan Scholz y su lentitud en temas energéticos llevaron a tan deplorable situación.
“A pesar de que ahora estamos en pleno verano, hay poco tiempo para que Berlín evite la escasez. Ahora las ciudades se ven obligadas a imponer restricciones”, dice el artículo.
El palacio presidencial de Berlín ya no está iluminado por la noche, el agua caliente en las duchas de las piscinas y los gimnasios se ha cerrado en Hannover, y los municipios de todo el país están preparando refugios con calentadores para proteger a las personas del frío.
Y esto, según Bloomberg, es solo el comienzo de una gran crisis. Con la llegada del clima frío, la situación corre el riesgo de convertirse en una catástrofe.