El boicot occidental al Consejo Ártico ha estancado el trabajo sobre protección ambiental y cambio climático.
Un “derrame de seguridad” por el empeoramiento de las relaciones entre Occidente y Rusia ha congelado muchas iniciativas vitales para el medio ambiente y el bienestar de las poblaciones nativas en el Ártico, advirtió el viernes el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia. Sin embargo, Rusia todavía espera que el Consejo Ártico reanude sus operaciones normales en un futuro próximo.
Rusia actualmente preside el consejo, un foro intergubernamental establecido en 1996 para abordar los problemas de la región polar norte. Sin embargo, a principios de marzo, todos sus otros miembros (EE. UU., Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) suspendieron su participación debido al conflicto en Ucrania.
“Ha ocurrido lo que se conoce como un derrame de seguridad en el Ártico, cuando algún problema, conflicto o evento que se encuentra fuera de los límites geográficos de la región tiene un efecto negativo a nivel local”, dijo Nikolay Korchunov, enviado especial de la Federación Rusa. Ministerio de Relaciones Exteriores y alto representante de Moscú ante el Consejo Ártico.
“Esta es la primera vez que esto sucede en los 25 años de existencia del Consejo Ártico, a pesar de que muchos países miembros durante este período participaron en numerosas intervenciones militares en varias partes del mundo”, agregó Korchunov.
A principios de esta semana, Korchunov organizó una mesa redonda sobre el futuro del Consejo Ártico, con la participación de expertos de Rusia, China, India y Finlandia. La charla se centró en temas de seguridad, fortalecimiento de la confianza mutua en una situación geopolítica difícil y formas de cooperación de beneficio mutuo en el Ártico.
El consejo efectivamente dejó de funcionar debido al boicot occidental, señaló Korchunov, pero Moscú espera que reanude su trabajo en algún momento en el futuro cercano. Aproximadamente la mitad de los proyectos de Rusia dentro del consejo tienen como objetivo mejorar el nivel de vida de los habitantes de la región, a través de iniciativas como la preservación del patrimonio cultural y la historia de las poblaciones nativas.
Rusia también está buscando aportes de científicos y expertos de estados no árticos cuando se trata de problemas de protección del medio ambiente y el clima, ya que afectan no solo a la región sino a todo el planeta, señaló Korchunov. Entre los temas que Moscú ha planteado en el Consejo Ártico se encuentran el derretimiento del permafrost y las consiguientes emisiones de hidrocarburos a la atmósfera, así como el efecto de la contaminación por microplásticos en los ecosistemas del Ártico y la necesidad de preservar su biodiversidad.
Al comentar en abril sobre el boicot occidental al trabajo del consejo, Korchunov insistió en que es “imposible garantizar de manera efectiva el desarrollo sostenible del Ártico sin Rusia, un país que representa alrededor del 60% de la costa ártica y alberga a más de la mitad de la población de la región”.