Así fue como Caro Quintero revolucionó la industria de la marihuana en México

Las Fiscalías de México y Estados Unidos ya acordaron trabajar de manera conjunta en la extradición a suelo estadounidense de Rafael Caro Quintero, el capo mexicano que innovó el cultivo de la cannabis mediante una producción de escala industrial.
Originario de Badiraguato, una comunidad del norte de México famosa por sus actividades relacionadas con la siembra de marihuana y amapola, este hombre fue líder y cofundador del Cártel de Guadalajara en la década de 1980, convirtiéndose en uno de los criminales más buscados por la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).
¿Pero qué fue exactamente lo que lo encumbró como el rey de la marihuana en América Latina? La respuesta está en la ruptura de métodos y sistemas de agricultura.
Rafael Caro Quintero —actualmente preso en una cárcel de máxima seguridad de México— tuvo la habilidad de conducir la producción masiva de marihuana mediante plantas hembra sin semilla. Estos cultivos generan un tipo de droga ampliamente preferida por los consumidores. Además, pesa menos, lo cual fue una gran ventaja para el Cártel de Guadalajara, ya que se ahorró millones de dólares en su transportación desde México hacia Estados Unidos.
El capo mexicano también introdujo innovaciones en el sistema de riego y maduró las capacidades de cultivo gracias al empleo novedoso de invernaderos. En su granja El Búfalo, ubicado en el estado de Chihuahua, al norte del país latinoamericano, logró operar hasta a 10.000 trabajadores, con lo que consolidó la mayor producción de mariguana del mercado de aquella época, con la distribución más nutrida de la hierba, por carretera y vía aérea, a la Unión Americana.



Redes de influencia
Junto a Ernesto Fonseca Carrillo y Miguel Ángel Félix Gallardo, Caro Quintero estableció un esquema criminal que operó desde Guadalajara, una de las ciudades más importantes de México. En su organización criminal trabajaba como pistolero Joaquín el Chapo Guzmán, quien hasta hace unos años todavía era el criminal más buscado por la justicia estadounidense. Actualmente, Guzmán está preso en un penal de Colorado acusado de narcotráfico.
El Cártel de Guadalajara no sólo sofisticó la producción masiva de mariguana, sino que también se encargó del trasiego de cocaína colombiana y de multiplicar rutas ilegales de ingreso de la mercancía a territorio estadounidense.
Este aparato derivaría en el Cártel de Sinaloa, que fue liderado por El Chapo durante años, hasta su captura y extradición a Estados Unidos. Quien quedó al frente fue Ismael el Mayo Zambada, uno de los presuntos narcotraficantes más buscados por la DEA.

La caída
En noviembre de 1984, cientos de soldados irrumpieron en la granja de Caro Quintero, detuvieron a los miles de trabajadores y calcinaron 8.000 toneladas de mariguana, el volumen de droga más grande jamás destruido hasta entonces.
Tres meses después, en represalia, el Narco de Narcos asesinó al agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena, de origen mexicano, quien había infiltrado la granja.
El funcionario antidrogas fue torturado durante días y atendido por un médico para que lo mantuviera con vida de manera que se prolongara la agonía. Se especula que, desde entonces, la DEA tiene el afán político y estratégico de derrotar a Caro Quintero, lo que podría explicar el afán de Estados Unidos de extraditarlo y juzgarlo ante sus tribunales.

¿Mito o realidad?
El escritor y académico mexicano Oswaldo Zavala sostiene una teoría poco común en México, pero bien documentada en el libro Los cárteles no existen: Narcotráfico y cultura en México (2018).
Este experto en periodismo, seguridad y violencia ha sido académico y experto de instituciones como La Sorbona y la Universidad de Texas. Su experiencia periodística y académica le ha permitido investigar a fondo el fenómeno del narcotráfico, el cual, dice, no es un asunto de bandas criminales lideradas por capos todopoderosos. Todo, en realidad, es un mismo negocio donde todos están involucrados: Gobiernos, criminales, agencias de seguridad, empresas, bancos…
Zavala asegura que el discurso de combate a las drogas instrumentado por las oficinas de seguridad de Estados Unidos es, esencialmente, una simulación para instrumentar dinámicas de despojo de territorio y desplazamiento de grupos vulnerables.
Según él, la DEA ha funcionado históricamente no para reducir el trasiego de narcóticos en Estados Unidos y el mundo, sino para implementar una vigilancia policiaca de su territorio nacional y más allá de sus fronteras, con énfasis en países como Colombia y México, identificados en el imaginario colectivo como grandes focos de inestabilidad derivada del narcotráfico y sus fuerzas criminales.

Otros analistas, como el cronista mexicano Carlos Monsiváis, han acusado que los partidos políticos y los gobiernos han instrumentado a los cárteles para favorecer sus intereses y controles territoriales.
El intelectual y autor de Los rituales del caos señala que, tan pronto como el Partido Acción Nacional (PAN) arribó a la Presidencia de México, se escapó de la cárcel Joaquín el Chapo Guzmán, con miras a fortalecer el Cártel de Sinaloa. Todo ello ocurrió durante el sexenio del expresidente Vicente Fox.
La hipótesis de esta colaboración directa entre autoridades gubernamentales y criminales coincide con el caso de quien fue el titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del Gobierno de Felipe Calderón, Genaro García Luna. El exencargado de la seguridad nacional mexicana enfrenta un proceso judicial en Estados Unidos bajo acusación de recibir sobornos del Cártel de Sinaloa durante la Presidencia de Felipe Calderón (2006-2012).