Washington abusó de su posición de poder para subcontratar la investigación de armas, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov.
En la década de 1990, mientras que las naciones postsoviéticas eran débiles e inexpertas en el autogobierno, EE. UU. tenía la astucia y los recursos para explotarlas, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, a RT Arabic. Washington se aprovechó de su poder al establecer una red de laboratorios biológicos que Rusia cree que están realizando investigaciones militares, explicó en una entrevista.
El colapso de la URSS dejó a su paso naciones que eran pobres y que necesitaban desesperadamente incluso las necesidades más básicas, lo que las dejó abiertas para que Estados Unidos las aprovechara, señaló Lavrov.
“Nuestros socios occidentales entonces, por así decirlo, se revolvieron vigorosamente. Ofrecieron sus servicios en todos los aspectos y se infiltraron en todas las áreas de los nuevos estados independientes. Enviaron asesores. Y ahora estamos viviendo lo que vino como resultado de esos tiempos”, dijo el ministro.
En particular, el diplomático se refería a los laboratorios financiados por Estados Unidos que muchos estados postsoviéticos albergan en su territorio. Operando bajo el paraguas de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa del Pentágono, realizan investigaciones biológicas.
Washington dice que la red es benigna y sirve para detectar e identificar patógenos emergentes que pueden representar una amenaza para la humanidad. Pero algunas naciones, incluida Rusia, creen que son instalaciones clandestinas de investigación de armas biológicas.
El ejército ruso descubrió evidencia de la verdadera naturaleza de los laboratorios durante su ofensiva en Ucrania, dijo Lavrov, y agregó que Moscú no permitirá que el problema se deslice.
Los experimentos que realizan en esos laboratorios. Durante mucho tiempo sospechamos que no son pacíficos e inofensivos”, dijo.
“Las muestras de patógenos que se almacenaron [en los laboratorios ucranianos], el papeleo mostró claramente el carácter militar de los experimentos. Y los documentos dejaron en claro que hay docenas de estos laboratorios en Ucrania”, agregó.
Moscú quiere actualizar la Convención de Armas Biológicas, un tratado internacional de 1972 que prohíbe cualquier investigación, almacenamiento y uso de tales armas y que firmaron tanto Rusia como EE.UU. El acuerdo tiene una falla importante al carecer de un mecanismo de verificación, similar al que utilizan la Agencia Internacional de Energía Atómica o la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas para asegurar el cumplimiento en sus áreas de no proliferación.
Estados Unidos ha estado obstruyendo una propuesta para establecer dicho mecanismo durante más de dos décadas, desde 2001, enfatizó Lavrov. “Ahora nos ha quedado claro por qué tomaron esta posición mientras creaban laboratorios biológicos militares en todo el mundo durante todos estos años”, dijo.