El 18 de mayo, el Ministerio de Defensa ruso, basándose en los testimonios de los combatientes ucranianos que se rindieron en Azovstal, advirtió que Kiev, dirigido por instructores extranjeros, prepara un nuevo montaje al estilo de Bucha en la localidad de Konstantínovka de la República Popular de Donetsk.
El montaje consistiría en que los combatientes ucranianos se hagan pasar por militares rusos, usando el uniforme militar y las cintas blancas que los caracteriza, para disparar a civiles.
Más tarde, un ataque de artillería por parte de Ucrania contra el poblado de Tiótkino, ubicado en la región rusa de Kursk, dejó varios heridos y al menos una víctima mortal entre los civiles. También dañó varios edificios, informó el gobernador de la región, Román Starovoit.
El presidente ruso, Vladímir Putin, anunció en la madrugada del 24 de febrero el lanzamiento de una operación militar especial en Ucrania alegando que las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, previamente reconocidas por Moscú como Estados soberanos, necesitan ayuda frente al genocidio por parte de Kiev.
Uno de los objetivos fundamentales de esa operación, según Putin, es la desmilitarización y la desnazificación de Ucrania.
Según el Ministerio de Defensa ruso, los ataques militares no están dirigidos contra instalaciones civiles, sino que buscan inutilizar la infraestructura bélica.
Ucrania rompió las relaciones diplomáticas con Rusia, impuso la ley marcial en todo el territorio nacional, además del toque de queda en Kiev y otras ciudades, decretó la movilización general e instó a la comunidad internacional a activar «todas las sanciones posibles» contra el líder ruso.
Numerosos países, con excepciones como China, condenaron en términos enérgicos la operación militar de Rusia en Ucrania y activaron varias baterías de sanciones individuales y sectoriales.
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