El 9 de mayo, el presidente ruso, Vladímir Putin, aprovechó el 77 aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria de 1941-1945 para explicar las razones del lanzamiento de la operación militar especial en Ucrania, al resaltar que fue un ataque preventivo ante una agresión inminente.
«Habíamos presenciado el despliegue de infraestructuras bélicas, el incipiente trabajo de centenares de asesores extranjeros y los suministros regulares de las armas más modernas de la OTAN», manifestó Putin en su discurso de felicitación.
«El peligro iba en aumento día tras día. Rusia repelió la agresión de forma preventiva, fue una decisión forzosa, oportuna y la única correcta, la decisión de una nación soberana, independiente y fuerte», enfatizó el mandatario.
Además, al reunirse con el padre de un militar caído en el este de Ucrania, Putin reafirmó que la operación militar especial en Donbás va a lograr los objetivos propuestos. Si hubiera la mínima oportunidad de resolver este problema pacíficamente, Rusia la habría aprovechado, aseguró.
El mismo día, el embajador ruso en Polonia, Serguéi Andréyev, fue agredido cuando intentaba depositar una ofrenda floral en un cementerio de los soldados soviéticos en Varsovia.
Moscú no tardó en reaccionar y expresó una firme protesta a las autoridades polacas por lo sucedido con el jefe de la misión diplomática rusa.
«El Occidente va rumbo a la reencarnación del fascismo», declaró la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova. «Pero no nos dejaremos intimidar», agregó.