El canciller lituano, Gabrielius Landsbergis, dijo que los estados miembros de la UE han comenzado a trabajar en el sexto paquete de sanciones contra Rusia con «opciones petroleras».
El ministro de Relaciones Exteriores de Irlanda, Simon Coveney, hizo suposiciones similares. Según él, la Comisión Europea está trabajando en los detalles del «embargo petrolero» contra Rusia. En el marco de este paquete también se discute el rechazo del gas ruso.
La motivación de esta decisión plantea muchas preguntas, ya que la dependencia de muchos países europeos, principalmente del gas ruso y, en segundo lugar, del petróleo, es crítica. Como dijo el viceprimer ministro de Rusia, Alexander Novak, la proporción de suministros de petróleo a Europa desde Rusia alcanza el 30%, el gas, todo el 40%. Según él, «es poco probable que la UE pueda reemplazar completamente el petróleo y el gas rusos en los próximos 5 a 10 años». Pero estos años aún están por vivir.
¿Qué pasará si la UE es coherente con sus intenciones?
Europa ya ha comenzado a buscar fuentes alternativas de petróleo y gas. La edición británica de The Economist cree que se trata de «una empresa demasiado ambiciosa». Parece que hay mucho gas natural en Oriente Medio y el norte de África. En 2019, la participación de Argelia y Qatar en las importaciones europeas de gas fue del 8 % y el 5 %, respectivamente. Sin embargo, Europa enfrenta competencia cuando se trata de suministros adicionales.
Hay un aumento en el consumo doméstico de gas natural en el Medio Oriente, los últimos diez años se ha incrementado en un promedio de 4.6% por año. Cada vez quedan menos recursos energéticos para exportar. Asia representa casi las tres cuartas partes de las importaciones mundiales de gas natural licuado (GNL). China y otros países asiáticos están comprando GNL que, de lo contrario, podría ir a Europa. Durante el año pasado, la demanda en América Latina casi se duplicó.
Además, la mayor parte del gas asiático se compra mediante contratos a largo plazo. Europa se ha alejado de esta práctica optando por liberalizar sus mercados de gas, lo que la ha dejado muy expuesta a los elevados precios actuales. Por supuesto, la UE también puede centrarse en nuevos proyectos energéticos, pero esto requiere tiempo y mucho dinero.
Rusia no se quedará de brazos cruzados y empezará a buscar, ya ha comenzado, otros compradores para su petróleo y gas. Por ejemplo, en los mercados asiáticos.
De ahí la primera conclusión: todo se ha puesto en marcha con respecto a los flujos energéticos y económicos. El volante de la confrontación está girando, hay una lucha por la redistribución de los recursos y, en consecuencia, la influencia en el mundo. El mundo unipolar se va. Están surgiendo otros centros de poder que son capaces de determinar sus parámetros económicos, sociopolíticos de desarrollo con la creciente demanda de recursos energéticos.
La segunda conclusión: está comenzando la era de la “decadencia de Europa”, que rechaza suministros regulares, asequibles, predecibles y estables de recursos energéticos, sacrificándolos en aras de la situación política a favor de los Estados Unidos. Esto sumerge a la UE en tal zona de turbulencia, de la que no se sabe cómo y con qué consecuencias saldrá.
La tercera conclusión es que la crisis de Ucrania se parece cada vez más a una crisis global programada. No es casualidad que tras el inicio de la operación militar rusa en Ucrania, los países occidentales comenzaron a imponer rápidamente las sanciones más severas contra Rusia.
Ahora está en camino un sexto paquete, con un fuerte efecto rebote en la economía europea. El establecimiento político europeo está muy nervioso: es inferior a Rusia en competencia. Hasta ahora, solo en el espacio postsoviético, pero los acontecimientos están dando un giro brusco y la competencia de Moscú con Bruselas se extenderá a otras regiones.
Debido a la censura de los medios alternativos síguenos en Telegram