La demencia se está apoderando de Joe Biden

 

«La demencia no es una enfermedad específica sino, más bien, un término general para referirse a una alteración de la capacidad para recordar, pensar o tomar decisiones, que interfiere en la realización de las actividades de la vida diaria», así definen el síndrome los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

 

Mientras el actual presidente ya ha obtenido el apodo de sleepy Joe, o Joe durmiente en español, y algunas situaciones curiosas han puesto en evidencia su agudeza mental, como cuando el mandatario se perdió en pleno patio de la Casa Blanca, no pudo leer adecuadamente el texto del teleprónter o confundió a los ucranianos con los iraníes.
Todo esto ya es una indicación de que los síntomas de la demencia se están apoderando de Biden, pues esta es «una alteración que interfiere en la realización de las actividades de la vida diaria». Sus últimas declaraciones hacen creer que ya está rozando el cuadro clínico de la demencia.
Y no es para menos, pues no ocurre cada día que un líder de una nación se permite hacer declaraciones que no encuadran de manera alguna en la diplomacia, más aún, en tiempos de máxima tensión. El mandatario estadounidense ya acusó a su homólogo ruso de ser un criminal de guerra, aunque cabría destacar que minutos antes de ello había dicho justo lo contrario.
Una de sus últimas declaraciones impactantes fue el 25 de marzo, cuando en el marco de su gira europea viajó a Polonia, donde en una conversación con los reporteros dijo que Vladímir Putin es un «carnicero».

No es de sorprender que sean cada vez más los políticos que ponen en tela de juicio la salud mental del presidente de EEUU. Uno de ellos fue el secretario general de la Duma rusa, Viacheslav Volódin, qué tildó a Biden de un enfermo.

«Lo he dicho antes y ahora lo repetiré: solo una persona débil o enferma puede comportarse así. Los psiquiatras explicarán la razón de ese comportamiento de forma más profesional. Desde el punto de vista de una persona normal, son los débiles los que se comportan así. Los ciudadanos estadounidenses deberían avergonzarse de su presidente», dijo Volódin al comentar las duras declaraciones de Biden sobre Putin.

Otro miembro de la Duma, Leonid Slutski, quien además es un miembro de la delegación rusa en las negociaciones entre Kiev y Moscú, tampoco tuvo pelos en la lengua.

«La retórica de Biden es intolerable e inaceptable para un líder mundial. Ninguno de los presidentes de EEUU se ha permitido semejantes agresiones. Esto, de hecho, roza el cuadro clínico», dijo Slutski.

Tiempo atrás, el propio presidente de EEUU abogaba enérgicamente por bombardear Belgrado, «volar por los aires todos sus puentes» y dejar al país sin fuentes de energía. También llamaba a hacer «una ocupación al estilo japonés-alemán» en el país balcánico y no prestar ayuda al pueblo serbio.

En esta situación, uno solo puede pensar que es un político hipócrita, que abogaba por los crímenes de guerra que perpetuaba su país. De lo contrario, solo queda pensar que su memoria le está fallando y la demencia se está apoderando de él, pues es uno de los síntomas por definición: «Una alteración de la capacidad para recordar».
Si los eventos de Yugoslavia parecen ser muy lejanos en términos temporales, podemos remontarnos a los más recientes ocurridos en Irak, Libia, Afganistán y Siria, donde cientos de miles de personas han sido víctimas de las invasiones de EEUU que dejaron a estos países en ruinas.
Precisamente a esto hizo alusión el Kremlin que tildó los comentarios de «criminal de guerra» de inaceptables, especialmente cuando estos provienen del líder de un país con una larga historia de asesinato de cientos de miles de personas por todo el mundo.
Para el embajador de Rusia en EEUU, Anatoli Antónov, tales declaraciones «van más allá del sentido común», lo cual cuadra con uno de los síntomas de la demencia: «Una alteración de la capacidad para pensar».
Luego, el 26 de marzo, en un endeble discurso, Biden dijo que Putin «no puede quedarse en el poder»: una declaración que vuelve a fomentar dudas sobre el estado mental del mandatario estadounidense. Aparentemente, en la Casa Blanca se dieron cuenta de ello y se apresuraron en refutar estas palabras.

«Lo que quería decir el presidente era que no se puede permitir que Putin ejerza el poder sobre sus vecinos o la región. No estaba hablando del poder de Putin en Rusia, ni del cambio de régimen», dijo un funcionario de su Administración.

Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskóv, respondió que no le corresponde a Biden decidir quién debería estar en el poder en Rusia.

«No le corresponde a Biden decidirlo. El presidente de Rusia es elegido por los rusos», sostuvo Peskóv.
Esta no fue la primera vez durante la gira europea que la posible demencia de Joe Biden ha dejado en apuros la estrategia de la Administración de la Casa Blanca que supuestamente busca evitar una escalada de tensión más allá de Ucrania.

Así, un día antes, al dar un discurso ante las tropas estadounidenses emplazadas en Polonia, el presidente del país norteamericano insinuó balbuceando —ya sea deliberadamente o por la incapacidad de formular sus pensamientos— que estas pronto irían a Ucrania. Antes de ello, Biden insistía en que no enviaría sus tropas al país eslavo.

«Miren cómo se resisten. Y lo verán ustedes cuando estén allí. Algunos de ustedes ya han estado allí, ya lo verán. Verán a mujeres, jóvenes que hacen frente a un tanque», dijo el mandatario.

Antes de ello, mientras estaba en Bruselas, el mandatario contradijo las afirmaciones de la vicepresidenta, Kamala Harris, y otros altos mandos al decir que el objetivo de las sanciones contra Rusia no es la disuasión.
Esto va en contra de la postura oficial de la Casa Blanca, donde tanto Kamala Harris como el secretario de Estado, Antony Blinken, aseguraban que el objetivo de las sanciones era precisamente la disuasión. Esto vuelve a poner en evidencia otro indicio preocupante de la demencia: «Una alteración de la capacidad para recordar, pensar o tomar decisiones».

Un jubilado cansado en lugar de Ronald Reagan
El discurso de Biden en Varsovia fue más bien un conjunto de declaraciones grandilocuentes con el espíritu de la Guerra Fría que fueron acompañadas por una ausencia de proposiciones reales. Sin embargo, las aspiraciones a ser un nuevo Ronald Reagan han chocado contra la realidad más digna de un jubilado cansado.
Obviamente, el tema del discurso ante los militares estadounidenses fue la situación en Ucrania y el enfrentamiento de EEUU y Rusia que, según el mandatario estadounidense, tiene la culpa de la tensión que se vive en todo el mundo.

Su discurso fue bastante controvertido. Empezó con una retórica agresiva de un «halcón de Washington» y una llamada a castigar de inmediato al «agresor». Pero terminó con unas expresiones rebuscadas, haciendo alusión a unas «fuerzas inevitables» que él no puede superar y dijo que ahora es imposible hacer algo en concreto.
Las ambigüedades continuaron cuando volvió a insinuar que EEUU no se involucrará en este conflicto que, según Biden, será duradero. Minutos antes, les había dicho a los soldados que lo verían todo en Ucrania con sus ojos, solo añadiendo así incertidumbre.
Con ello, volvió a sumergirse en deliberaciones abstractas sobre el «órden democrático mundial» que está en peligro y dijo que «un objetivo justo siempre da fuerzas» y que «Dios protegerá a Ucrania»: no será ni Biden, ni la Otan, ni EEUU.
El presidente también sostuvo que «Ucrania está defendiendo a todo el mundo democrático» y que la OTAN nunca le permitirá a Rusia atacar a los países que forman parte de la alianza. De ello se desprende, lógicamente, que nadie piensa defender a Ucrania, pues no forma parte de la Alianza Transatlántica.

Por alguna razón, Biden intentó encarnar la imagen de Reagan de los años 1980, con su «Imperio del mal», pero detrás de estos tímidos intentos de copiar la forma, se ocultó la clara diferencia del contenido. En lugar de un líder afianzado y creyente, respaldado por una potentísima economía y voluntad política, que era Ronald Reagan, la escena en Varsovia estaba ocupada por un anciano sin confianza, que lidera un país que está sumergido en una profunda crisis social y económica.
Y encima de ello, presenta todos los síntomas de la demencia, a saber: «Una alteración de la capacidad para recordar, pensar o tomar decisiones, que interfiere en la realización de las actividades» de la Casa Blanca.