Los pilotos de un regimiento de cazas interceptores Mikoyán MiG-31 del Distrito Militar Occidental de Rusia entrenaron en el cielo de la región de Leningrado, cerca de la frontera rusa del Báltico, tácticas para obligar a aterrizar a aeronaves intrusas.
Dentro del ejercicio, los pilotos realizaron varias maniobras a una altitud de unos 400 metros, para después subir hasta unos 14.000 metros, donde activaron sus potentes radares pasivos de barrido electrónico (PESA) Zaslón-M para rastrear el espacio aéreo, detalla en un comunicado el Ministerio de Defensa del país euroasiático.
Una vez detectado un objetivo que volaba a unos 2.000 km/h (el vuelo del intruso simulado fue realizado por otro MiG-31), los interceptores realizaron maniobras de acercamiento y una serie de acciones para obligarlo a aterrizar.
El entrenamiento se llevó a cabo por la noche, lo que complicó el cumplimiento de la misión y obligó a los pilotos a recurrir al sistema instrumental de aterrizaje comúnmente conocido como ILS.