Honduras y Estados Unidos : ¿qué hay detrás de la visita de Kamala Harris?


La presencia de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en la toma de posesión de la mandataria de Honduras, Xiomara Castro, este 27 de enero, aviva hoy las interrogantes sobre el curso de las relaciones diplomáticas bilaterales.

De acuerdo con la Casa Blanca, la visita promoverá el compromiso entre la dirigente demócrata y la representante del Partido Libertad y Refundación (Libre), realizado durante una llamada telefónica el 10 de diciembre y vinculado al crecimiento económico, el combate a la corrupción y la migración.

Cuando sucedió el primer golpe de Estado en el siglo XXI contra el entonces mandatario electo por la vía democrática, Manuel Zelaya (2006-2009), Joe Biden, el actual presidente demócrata era el segundo al mando en Estados Unidos, durante la primera administración de Barack Obama (2008-2012).

«Esta visita forma parte de una nueva estrategia pues nosotros sabemos que Obama acompañó a los golpistas y también a los protagonistas del primer fraude electoral de 2013 y la política de represión autorizada por el ejecutivo de Porfirio Lobo», manifestó a Prensa Latina Gilberto Ríos, uno de los dirigentes de Libre.

GEOPOLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

A juicio de Ricardo Salgado, matemático, investigador social y politólogo, Estados Unidos considera a los países de América Latina y el Caribe como piezas de ajedrez y, en consecuencia, su manera de actuar frente a ellos es la de «ganar o perder».

«Honduras es el estereotipo claro de lo que significa el patio trasero, si bien Washington ya enfrenta a algunos gobiernos de la región. Por ello, la llegada de la señora Harris al acto de investidura muestra el interés por mantener el control sobre este peón de su tablero», sentenció a Prensa Latina.

¿Cómo garantiza ese vínculo? Salgado apuntó cuestiones como la guerra contra las drogas, el despliegue de fuerzas militares en territorio hondureño y la docilidad mostrada por el territorio centroamericano respecto a la política internacional, una de las cuestiones más vigiladas por la Casa Blanca en los gobiernos del área.

En paralelo, el experto señaló que Estados Unidos posee «un ejército organizado de ONG», autocalificadas como sociedad civil y destinadas a mantener o, dado el caso, desestabilizar a las administraciones que les resulten incómodas (…) nunca tuvimos aquí en un traspaso de mando a un dignatario de ese nivel».

EEUU: ¿AMIGO O ENEMIGO?

Una de las campañas desfavorables a Libre, mantenidas durante el último proceso electoral, estaba vinculada a una supuesta postura de desavenencia y confrontación con Washington, explicó a Prensa Latina el sociólogo y catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Eduardo Sosa Iglesias.

Los detractores anunciaban que Castro establecería de manera inmediata las relaciones con China y el rompimiento de los acuerdos con Taiwán, a sabiendas del interés de la cúpula empresarial hondureña en mantener la estabilidad de los productos en su más importante mercado receptor: Estados Unidos.

«El plan de gobierno sí contempla los vínculos con Beijing, pero, en la práctica tras la victoria de la mandataria y durante el denominado periodo de traspaso solo han trascendido mensajes de intercambio y colaboración muy claros entre Xiomara y Kamala sobre los temas que interesan a ambos países», reconoció.

No obstante, explicó, la presidenta electa debe buscar un «nuevo modelo de relacionamiento» con el territorio norteño, a partir de la disposición de reglas de respeto pues, en su consideración, Honduras no puede olvidar la postura estadounidense en el golpe de Estado de 2009 y el fraude electoral de 2017.

«Esos dos episodios contaron con su total complicidad. Para colmo, tras los comicios de 2017, la encargada de negocios Heidi Fulton tuvo la desfachatez y atrevimiento de llegar al Tribunal Supremo Electoral y apoyar a los magistrados, protagonistas del golpe político favorable a Juan Orlando Hernández», recordó Sosa.

Por su parte, Salgado consideró que el ejecutivo liderado por Libre se apegará a los principios de la no injerencia y el respeto a la autodeterminación de los pueblos y mantendrá una relación amistosa con su par estadounidense, sobre todo, por los intereses económicos.

«Sin embargo, se alejará de la posición dócil y sumisa que ha caracterizado la política exterior de la nación. Seguramente, no volverá nuestro país a prestarse para bloquear o sabotear naciones hermanas, ni para formar carteles como el infame Grupo de Lima contra Venezuela», argumentó.

Eventualmente, dijo, Honduras, en la defensa de su independencia política, regresará a todos los organismos de integración: Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), entre otros.

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