Las elecciones de Nicaragua, previstas para este 7 de noviembre, contarán con la presencia de más de 200 acompañantes internacionales, en sustitución de observadores tradicionales de los procesos en la región como la Organización de Estados Americanos (OEA).
El 19 de octubre último, el ministro de Relaciones Exteriores de la nación centroamericana, Denis Moncada, aseguraba que «la posición de nuestro gobierno es no invitar a la OEA después de su participación en un golpe de estado en Bolivia», tras los comicios presidenciales de 2019.
En aquella oportunidad, el bloque regional asumió el mismo discurso de las fuerzas opositoras al entonces mandatario Evo Morales, causantes de las protestas sociales con un saldo de más de 30 muertos, la renuncia del líder indígena y la asunción al poder de la senadora de derecha Jeanine Áñez, encarcelada desde marzo de 2021.
Incluso, la cancillería boliviana en agosto último respondió a otro ataque de la OEA, y advirtió a su secretario general, Luis Almagro, que «no se permitirá un nuevo intento de acciones desestabilizadoras y se pone en alerta a la comunidad internacional (…) sus palabras y agresiones constituyen un acto de injerencia».
Ese capítulo de la historia reciente, aún no sanado en su totalidad y que pudo costarle la vida a Morales —asilado tras el golpe en Argentina y México— constituye el argumento anunciado por Nicaragua para frenar la «observación» de la OEA en el venidero proceso, con un número de votantes superior a los cuatro millones.
«En teoría esa organización debería ser legítima, respetuosa del derecho internacional, un espacio de diálogo y concertación, sin embargo, desde hace décadas y con énfasis especial en los últimos años resulta una herramienta de intromisión, alteración y crisis», indicó a Prensa Latina el economista Francisco Lara.El 19 de octubre último, el ministro de Relaciones Exteriores de la nación centroamericana, Denis Moncada, aseguraba que «la posición de nuestro gobierno es no invitar a la OEA después de su participación en un golpe de estado en Bolivia», tras los comicios presidenciales de 2019.
En aquella oportunidad, el bloque regional asumió el mismo discurso de las fuerzas opositoras al entonces mandatario Evo Morales, causantes de las protestas sociales con un saldo de más de 30 muertos, la renuncia del líder indígena y la asunción al poder de la senadora de derecha Jeanine Áñez, encarcelada desde marzo de 2021.
Incluso, la cancillería boliviana en agosto último respondió a otro ataque de la OEA, y advirtió a su secretario general, Luis Almagro, que «no se permitirá un nuevo intento de acciones desestabilizadoras y se pone en alerta a la comunidad internacional (…) sus palabras y agresiones constituyen un acto de injerencia».
Ese capítulo de la historia reciente, aún no sanado en su totalidad y que pudo costarle la vida a Morales —asilado tras el golpe en Argentina y México— constituye el argumento anunciado por Nicaragua para frenar la «observación» de la OEA en el venidero proceso, con un número de votantes superior a los cuatro millones.
«En teoría esa organización debería ser legítima, respetuosa del derecho internacional, un espacio de diálogo y concertación, sin embargo, desde hace décadas y con énfasis especial en los últimos años resulta una herramienta de intromisión, alteración y crisis», indicó a Prensa Latina el economista Francisco Lara.
OEA Y LÍDERES DE FICCIÓN
Lara, también escritor y fundador de la Policía Nacional en 1979, calificó de desafortunadas las posiciones asumidas por el foro respecto a decisiones soberanas de sus países miembros y, a su juicio, sufre un proceso histórico de desnaturalización y se consolida como un instrumento imperialista de control.
,«Desde su postura, obstaculiza y desconoce la emergencia de modelos progresistas y de izquierda y voces propias en la gestión política, económica y social a lo interno de las naciones y apoya a los sectores tradicionales de la oposición oligarca y su papel como impulsores de la subversión interna», aseguró.
Como parte de esa estrategia, apuntó Lara, promueven a candidatos electorales o figuras que asumen determinados poderes, entre ellos destaca el caso de Juan Guaidó, autoproclamado presidente de Venezuela en 2019, respaldado y apoyado por la OEA para «redemocratizar y reinstitucionalizar» su país.
internacional, un espacio de diálogo y concertación, sin embargo, desde hace décadas y con énfasis especial en los últimos años resulta una herramienta de intromisión, alteración y crisis», indicó a Prensa Latina el economista Francisco Lara.
OEA Y LÍDERES DE FICCIÓN
Lara, también escritor y fundador de la Policía Nacional en 1979, calificó de desafortunadas las posiciones asumidas por el foro respecto a decisiones soberanas de sus países miembros y, a su juicio, sufre un proceso histórico de desnaturalización y se consolida como un instrumento imperialista de control.
«Desde su postura, obstaculiza y desconoce la emergencia de modelos progresistas y de izquierda y voces propias en la gestión política, económica y social a lo interno de las naciones y apoya a los sectores tradicionales de la oposición oligarca y su papel como impulsores de la subversión interna», aseguró.
Como parte de esa estrategia, apuntó Lara, promueven a candidatos electorales o figuras que asumen determinados poderes, entre ellos destaca el caso de Juan Guaidó, autoproclamado presidente de Venezuela en 2019, respaldado y apoyado por la OEA para «redemocratizar y reinstitucionalizar» su país.
En Nicaragua también hubo intentos este año de construir un «mecanismo Guaidó» mediante figuras o grupos mediáticos, cuya intención no era la de participar de manera legítima en la selección del presidente, vicemandatario y diputados, sino desconocer aquellos resultados desfavorables para ellos.
«¿Estados Unidos permite que una potencia externa cree dentro de su territorio una organización, promueva liderazgos, impulse una plataforma política y postule aspirantes a la presidencia? No lo permite, ¿y por qué lo vamos a hacer nosotros?», argumentó.
¿ACOMPAÑANTES Y OBSERVADORES?
La reforma a la Ley 331 o Ley Electoral, aprobada el 4 de mayo último, sustituyó la observación electoral por la figura del «acompañante» y, de acuerdo con la magistrada del Consejo Supremo Electoral (CSE), Mayra Salinas, «es como el amigo que llega a tu casa y puede compartir, ver, disfrutar, conocer y recomendar».
Fue el embajador de Nicaragua en España, Carlos Antonio Midence, quien nos contactó para intervenir como acompañantes. Tenemos previsto realizar esa función el domingo 7 y, además, conocer varias instituciones nicaragüenses», afirmó a Prensa Latina Pedro García, perteneciente al Partido Comunista de España.
De acuerdo con el inciso 9 de la mencionada legislación, el CSE reglamentará la acreditación y participación correspondiente a los acompañantes del proceso electoral, lista difundida el pasado mes de septiembre y que incluye, entre otros, a Gregorio Luis Mondaca, del Movimiento del Socialismo Allendista en Chile.
Otros invitados son: José Luis Centella y Miguel Ángel Bustamante, ambos también del Partido Comunista de España; Gerry Condon, expresidente de Veteranos por la Paz de Estados Unidos, organización fundada en 1895 y Jorge Alberto Kreyness, secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Argentina.