Según el profesor Göran Svensson, una estrategia equivocada, junto con la falta de implementación de medidas drásticas, ha hecho que Suecia se convierta en un caso atípico entre sus pares con respecto a la morbilidad y mortalidad por COVID.
El manejo independiente de Suecia de la pandemia de COVID-19, cuando la nación nórdica, a diferencia de sus vecinos y la mayor parte del mundo, continuó viviendo en un modo en gran medida como de costumbre, solo recomendando que sus ciudadanos se laven las manos y mantengan la distancia. está siendo analizado en medio de críticas.
El profesor Göran Svensson del Kristiania University College, que ha estado investigando la conexión entre el número de infectados, enfermos y muertos utilizando el ejemplo sueco, es muy crítico con las acciones del país, que resultaron en un número de muertos nueve veces mayor que en la vecina Noruega.
Según él, era imposible que la Autoridad de Salud Pública de Suecia, con sus 500 empleados, desconociera las consecuencias que tendría la propagación de la infección en la morbilidad y la mortalidad.
“No propagar una infección equivale a no estar enfermo ni muerto. Los datos sanitarios mostraron claramente que, en consonancia con el aumento de la propagación de la infección, la enfermedad y la mortalidad también aumentaron casi de forma lineal. Es decir, la conexión es muy clara. Desde el comienzo de la pandemia, Suecia ha tenido una mayor propagación de la infección que los países vecinos, semana tras semana ”, dijo Svensson al portal científico Forskning. “Las conexiones son terriblemente fuertes. Por lo tanto, fue completamente posible predecir cuántos enfermarán y cuántos morirán cuando la infección esté en un nivel determinado ”, dijo.
Además, sostuvo que la idea detrás de la estrategia inicial discreta de Suecia, a pesar de sus mensajes contradictorios y su posterior negación, era lograr la inmunidad colectiva.
“Esto significa que la estrategia se basó en la propagación deliberada del virus, aunque el gobierno lo niega públicamente. No había experiencia que sugiriera que debería surgir la supuesta inmunidad colectiva. Después de más de 18 meses, todavía estaba ausente ”, dijo Svensson.
El profesor argumentó que Suecia manejó la corona como un virus de la gripe y no como un virus pandémico. En particular, dijo que el virus que llegó a los hogares de ancianos el 1 de abril, apenas dos semanas después de que las autoridades prometieran medidas para proteger a los ancianos y frágiles, era una “mala broma de los inocentes”.
«Con una población de 1.400 millones, China tomó el mazo, mientras que Suecia tomó las pinzas más pequeñas en la caja de herramientas», dijo el investigador.
En Suecia, el gobierno entregó la responsabilidad a la Autoridad de Salud Pública, que a su vez se contentó con dar recomendaciones, sin mandato judicial, a la población sueca.
“Así que fue la población misma la que asumió la responsabilidad, en lugar de que el gobierno la asumiera”, comentó Svensson.
Per cápita, el número de muertos en Suecia está al mismo nivel que Sudáfrica e Irán, a pesar de que el país tiene una economía bien desarrollada con una población pequeña y escasamente poblada, señaló Forskning.
Las consecuencias de exponer a la población a la enfermedad y la muerte han sido degradadas, subestimadas y, lo peor de todo, quizás descuidadas por la Autoridad de Salud Pública ”, argumentó Svensson. “Esto significa que varios miles perdieron la vida innecesariamente, y muchos más se han enfermado que si el manejo sueco no se caracterizara por el retraso y la insuficiencia”, concluyó el investigador.
En total, Suecia ha visto 1,17 millones de casos de COVID, con más de 15.000 muertes, más que el resto de Escandinavia combinada. Por el contrario, la vecina Noruega, que tiene condiciones más o menos similares o iguales, solo tuvo 204,000 casos de COVID, con solo 900 muertes.