La actitud de la gente hacia el libre comercio y la globalización ha cambiado mucho desde el inicio de la pandemia de coronavirus. El apoyo al comercio sin barreras ha disminuido considerablemente. Rusia es uno de los líderes mundiales en términos de la visión negativa de la gente sobre la globalización, escribe Nezavisimaya Gazeta, citando una encuesta realizada por la empresa Ipsos y el Foro Económico Mundial. Solo el 48% de los encuestados en 25 países están de acuerdo en que la globalización es buena para sus países. En Rusia, una de cada tres personas afirmó que rechaza la noción de que la globalización facilita una política económica eficaz.
Los expertos no se sorprenden por el interés cada vez menor en la globalización.
«Las personas en las grandes potencias económicas pueden ver que sus gastos diarios aumentan. Los precios al consumidor solían ser más estables antes de que comenzara la globalización y se crearan las zonas de libre comercio», dijo el economista Andrey Loboda, señalando que el cambio de sentimiento había sido provocado por el aumento de la inflación afectando a las economías de todo el mundo.
La globalización ha llegado a sus límites y ha dejado de impulsar el crecimiento económico, señaló el estratega jefe de inversiones de BCS, Maxim Shein.
«Los ingresos de la población están cayendo, de ahí la disminución del apoyo [a la idea de la globalización]«, dijo.
«Un alto nivel de consumo, fácil acceso a cualquier bien a precios relativamente bajos, buenos salarios, pensiones elevadas y acceso de las empresas a los mercados extranjeros, todo esto solía estar asociado con la globalización. Sin embargo, a fines del siglo XX y principios del XXI, la economía mundial comenzó a enfrentar crisis, aumento del desempleo, disminución de la clase media y aumento de la desigualdad de ingresos. Todos estos problemas también están directamente relacionados con la globalización», enfatizó Igor Stroganov, profesor asociado del Departamento de Empresa y Logística de la Universidad Rusa de Economía Plejánov. Además, grandes empresas transnacionales y cadenas minoristas ingresan a los mercados externos, destruyendo las pequeñas y medianas empresas y la agricultura local. «Además, la migración laboral aumenta la competencia en el mercado laboral. La gente en muchos países se siente así», enfatizó el economista.