Bolsonaro de Brasil envía maquinaria agrícola a pueblos indígenas después de que lo acusaran de genocidio


El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, anunció el envío de equipos agrícolas por valor de más de 480.000 dólares a las comunas de pueblos indígenas de Cuiabá, en el este de Brasil, en un intento de disipar las críticas fulminantes a su presidencia por parte de grupos indígenas y de derechos humanos.

«El presidente de la República, Jair Bolsonaro, envió 42 equipos agrícolas el 19 de agosto, incluidos tractores y arados, a los pueblos indígenas de Cuiabá para fomentar las actividades agrícolas en las aldeas», afirmó el jueves el gobierno.

El equipo enviado incluye 14 tractores, 14 arados, 14 carros agrícolas en una iniciativa que marca el Día del Campo, agregó el gobierno.

El 10 de agosto, la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil acudió a la Corte Penal Internacional en busca de ayuda en la investigación de Bolsonaro por los crímenes perpetrados contra los pueblos indígenas desde el inicio de su mandato, que calificaron como «crímenes de lesa humanidad, genocidio y ecocidio».

Bolsonaro ha sido criticado durante mucho tiempo por activistas de derechos humanos por violar los derechos de los pueblos indígenas. El 4 de agosto, el Congreso de Brasil aprobó un proyecto de ley que facilita la legalización de las tierras ocupadas por las empresas, incluidos los territorios de la Amazonia. Las tierras en cuestión están habitadas mayoritariamente por indígenas, quienes deberán demostrar que ocuparon el territorio antes de la entrada en vigor de la Constitución de 1988. De lo contrario, una laguna jurídica en la legislación brasileña, denominada Marco Temporal («Marco temporal»), permite la legalización de las tierras ocupadas por ocupantes ilegales.

Los pueblos indígenas, que representan alrededor del 0,5% de la población de Brasil, poseen el 13% de su tierra, principalmente en la región amazónica. Se considera que las tribus indígenas son las guardianas de la diversidad cultural y de los bosques de Brasil. En los dos primeros años del gobierno de Bolsonaro, la deforestación aumentó en un 48%, alcanzando una tasa récord desde 2008, con la desaparición de más de 1 millón de hectáreas.

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