Moscú presta mucha más atención a las cuestiones de protección contra armas biológicas, químicas y nucleares que los países de la Alianza del Atlántico Norte, escribe The National Interest.
Según el autor del artículo, Charlie Gao, Rusia heredó de la Unión Soviética una tendencia a mejorar las habilidades para contrarrestar este tipo de armas. En particular, los especialistas en defensa civil han previsto la presencia de diversos agentes antibacterianos y radioprotectores en los botiquines de primeros auxilios AI-4, así como antídotos para intoxicaciones químicas.
Además, las tropas rusas de protección radiológica, química y biológica (RHBZ) se están dando cuenta de su potencial más que los países occidentales: además de los ejercicios a gran escala, muchas formaciones se entrenan cada semana en las que se realizan tareas con equipo de protección personal. El ejército compra activamente armas en esta área: por ejemplo, los sistemas de lanzallamas pesados »Buratino» y «Solntsepek», así como los lanzallamas de infantería a reacción «Shmel», enfatiza el periodista.
El personal militar de la OTAN, a su vez, realiza estos ejercicios con menos frecuencia y, en el mejor de los casos, solo estudia los medios de protección una vez al mes. Además, existen catastróficamente pocos centros de capacitación para trabajar con armas químicas en los países de la alianza. En los Estados Unidos, en particular, en el 2007, los vehículos de reconocimiento de radiación, química y biológica alemanes “M93 Fox” utilizados por ellos fueron mejorados por última vez. Al mismo tiempo, Rusia ha modernizado dos veces, desde la década de 2000, este tipo de armamento, resumió el autor.