La policía libanesa ha disparado balas de goma y gases lacrimógenos contra manifestantes que arrojaron piedras en Beirut, que están enojados porque nadie ha sido castigado por la explosión masiva del año pasado que mató a cientos y devastó la ciudad.
Cientos de manifestantes, algunos con respiradores y cascos, prendieron fuego a barricadas en las calles frente al parlamento libanés y se enfrentaron con la policía el miércoles por la noche. También se podían ver láseres verdes cortando el humo.
Un video de Beirut muestra humo y municiones de control de multitudes que se utilizan contra los manifestantes.
Tear gas and what appear to be rubber bullets being used against stone-throwing protesters in #Beirut pic.twitter.com/JC6u2aKL6O
— Timour Azhari (@timourazhari) August 4, 2021
Decenas de personas resultaron heridas en los disturbios. La Cruz Roja Libanesa dijo que 45 personas fueron tratadas en el lugar, mientras que otras nueve fueron trasladadas a hospitales de la zona.
La protesta de la noche fue la culminación de manifestaciones masivas en Beirut, con decenas de miles de libaneses marchando para conmemorar la explosión del 4 de agosto de 2020 que destruyó el puerto y destruyó gran parte de la ciudad.
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Unas 218 personas murieron por la explosión, una de las explosiones no nucleares más grandes de la historia, mientras que más de 7.500 resultaron heridas. Más tarde se estableció que la explosión se originó en un almacén que almacena unas 2.750 toneladas de nitrato de amonio, un compuesto altamente explosivo muy utilizado en fertilizantes y bombas. La carga había sido incautada de un barco y había permanecido en el almacén durante seis años antes del desastre.
Los cánticos de los manifestantes el miércoles llamaron corruptos, criminales y terroristas a los políticos libaneses, al tiempo que exigían rendición de cuentas por la explosión del 4 de agosto de 2020 y el fin de la impunidad. Algunos juraron «venganza hasta que caiga el régimen», según un periodista.
Para complicar los esfuerzos por obtener justicia está el hecho de que el Líbano no ha tenido un gobierno adecuado desde la explosión. El primer ministro Hassan Diab dimitió después de la explosión del puerto, pero permaneció como interino hasta que se pudiera formar un nuevo gabinete. La constitución libanesa requiere que el primer ministro sea musulmán sunita, pero los partidos políticos del país no han podido formar una coalición viable.
Mientras tanto, la libra libanesa ha perdido más del 90% de su valor, lo que ha provocado dificultades económicas generalizadas.